La tala de madera quemada deja un paisaje desolador en la Sierra de la Culebra: "Es una tristeza total"
Tras el horror del fuego, llegó la desolación a la Sierra de la Culebra. Un sentimiento que se perpetúa en el tiempo con la tala de los ejemplares afectados.
El paisaje de la Sierra de la Culebra ha cambiado por completo. El cantar de los pájaros se ha transformado en el pitido característicos de la maquinaria pesada dando marcha atrás, el aire entre la maleza se ha convertido en el sonido de los árboles al caer, y los ciervos y los lobos se han transformado en excavadoras y motosierras.
Tras el horror del fuego llego la desolación, pero tras ella la tristeza crónica de convivir día a día con el desolador paisaje que dejaron las llamas. Los vecinos de las zonas afectadas asisten ahora a la tala de los ejemplares afectados que dejan un inmenso vacío al frente.
Este es el caso de Marina Rodríguez, propietaria de una casa rural familiar en la localidad de Otero de Bodas. Un lugar donde la naturaleza se extendía más allá de dónde llega la vista y ahora asiste, impotente, a la nueva realidad que les rodea, a ellos y a quienes deciden visitar la zona.
“Está todo pelado”, asegura mientras observa el trabajo de la maquinaria en un horizonte que observó desde su tierna infancia. De lado a lado de la loma, los árboles caen como fichas de dominó, en una partida que, sin duda, la perdió una de las zonas más ricas en biodiversidad de la provincia.
La mirada es de “tristeza total”, confiesa, pero con la esperanza de que esa zona pueda recuperarse algún día y la naturaleza vuelva a conformar el paisaje tan característico que componía la vista desde la localidad.
En total se van a retirar más de 100.000 toneladas de madera y leña quemadas con una superficie que asciende a 973 hectáreas de Monte de Utilidad Pública en los municipios de Ferreras de Arriba, Ferreras de Abajo, Villardeciervos, Mahíde, Riofrío de Aliste, Otero de Bodas, Tábara y Ferreruela de Tábara.
Un lugar donde la naturaleza se extendía más allá de dónde llega la vista y ahora asiste, impotente, a la nueva realidad que les rodea, a ellos y a quienes deciden visitar la zona.
Cuando han pasado casi ocho meses desde los primeros incendios de junio, los habitantes de la zona siguen sin poder cerrar heridas viendo como sus bosques ahora están negros, en horizontal y viajando en camiones para las grandes madereras.
La zona, que principalmente subsiste del turismo y de la propia tierra, ha logrado mantenerse, muy lejos de los datos anteriores al desastre, gracias, por una parte, al altruismo de la gente que decide apostar por la tierra, además de quienes han sentido la llamada de la curiosidad.
Dentro de toda esta desolación, los brotes verdes también empiezan a brotar en la Sierra de la Culebra gracias, en parte, a iniciativas tan emotivas como esta. Los alumnos de La Vaguada han participado con el proyecto Acoge un Árbol. Una experiencia educativa que surgió en León y Galicía en el pasado 2017 debido a los graves incendios que arrasaron la zona. Los alumnos han podido plantar 300 quercíneas en este terreno que, hace meses, vio como su paraje desaparecía por completo.
Acompañados por agentes medioambientales, los alumnos han estado sobre el terreno para conocer la situación y tratar de ayudar dentro de sus posibilidades para recuperar uno de los entornos naturales de mayor riqueza de la provincia. Las dos caras de una provincia que vive aún hoy los peores días de su historia tras el peor desastre medioambiental vivido.
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