Un estilo de vida saludable, el medio ambiente, factores biológicos y el sistema de asistencia sanitaria han hecho posible que, según los últimos datos, publicados en el estudio ‘Patrones de mortalidad en España, 2011’, Castilla y León haya logrado situarse un 9% por debajo de la media de España en mortalidad ajustada, con 439,5 fallecimientos por cada 100.000 habitantes, frente a los 481,4 por cada 100.000 habitantes del conjunto nacional. De hecho, Castilla y León es la comunidad autónoma con la tercera menor tasa de mortalidad ajustada, sólo por detrás de Madrid y Navarra, según informan fuentes de la Administración regional.
Atendiendo a los datos recogidos en el informe, en el año 2011 se produjeron en España 387.911 defunciones, lo que supone una tasa bruta de 841,0 fallecimientos por cien mil habitantes/año, y una tasa ajustada por edad de 481,4 defunciones por cien mil habitantes/año. En las personas residentes en Castilla y León, en el mismo año 2011, se produjeron 27.075 defunciones, con una tasa bruta de 1.090 fallecimientos por cien mil habitantes/año, y una tasa ajustada por edad de 439,5 muertes por cien mil habitantes/año.
Tal y como se preveía, la tasa bruta de mortalidad de Castilla y León es superior a la española, como consecuencia del mayor envejecimiento en laComunidad autónoma. Estas tasas están muy influidas por la estructura de edad de la población, que es el principal elemento que explica la mortalidad como fenómeno demográfico.
Por ello, las tasas de mortalidad ajustada se elaboran con una corrección demográfica, igual para todos los países y territorios, de modo que se muestra la mortalidad que tendrían los diferentes territorios si su nivel de envejecimiento fuera el mismo en todos ellos.
Un ejemplo ilustrativo para la comparación de la mortalidad en distintos países del mundo en el año 2011 es que las tasas brutas de mortalidad de Alemania o Japón (en torno a diez fallecidos por cada mil habitantes/año) son las mismas que las de Gambia o Uganda (los mismos diez fallecidos por cada mil habitantes/año). Estos datos señalan que, efectivamente, fallecen cerca de diez personas por cada 1.000 habitantes en todos estos países. Pero mientras que en Alemania o Japón lo hacen en una población envejecida (con esperanzas de vida por encima de los 80 años), en Uganda o Gambia los fallecimientos se producen en una población mucho más joven (en torno a los 58 años). La comparación de tasas ajustadas permite identificar correctamente este hecho.
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