Entre Quiruelas de Vidriales y Tardemézar existen siete pueblos con excasa o nula cobertura de la telefonía móvil. Eso es lo que denuncian no pocos usuarios, incluso de operadoras distintas. Son 16 kilómetros por carretera desde una a otra localidad, pero el trayecto se hace interminable si pretendes mantener una conversación telefónica porque la cobertura se interrumpe en varias ocasiones.

Desde Quiruelas te detienes en Quintanilla y nada, el móvil no tiene cobertura. Haces lo mismo en Brime de Urz y los intentos son fallidos. Te detienes en Cunquilla y aprovechas para tomar algo en el bar de Martín y, nada de nada, sigues sin cobertura. En el siguiente pueblo, en Granucillo, te detienes en el camino que te guía al dolmen de San Adrián y la ermita del mismo nombre, junto al puente sobre el arroyo Almucera, y alguna rayita se asoma en la pantalla del móvil indicando una baja cobertura pero consigues a duras penas mantener una conversación telefónica. Si te mueves unos metros, la cobertura no existe otra vez.

Así sucede también en Moratones o Bercianos y Villaobispo y eso que en la vecina localidad de Santibáñez de Vidriales se encuentran ubicadas dos antenas de telefonía móvil, antes había tres.

Lo que denuncia un viajero es una constante en muchos vecinos usuarios de estos pueblos por los que atraviesa la carretera del Valle de Vidriales.

Es la época de las tecnologías, de las telecomunicaciones, no de la banda ancha, sino de la banda ancha ultra rápida y precisamente desde que se ha instalado en los pueblos la banda ancha, la cobertura telefónica no funciona como debiera. 

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