Aunque la cabeza tractora era mucho más moderna, fueron pocos los pasajeros que desviaron hacia ella su atención, ya que el exterior y, sobre todo, el interior de los cinco vagones de la combinación Prestige que vinieron a Zamora hicieron perfectamente su función de transportar la mente hacia el pasado y las emociones hacia el futuro.

La mañana de ayer ya había sido intensa, con el convoy que partió de Medina del Campo a las 10.30 horas para llegar a Zamora a mediodía, donde fue recibido por cientos de personas, con música, bailes, gigantes y gigantillas. Se conmemoraban así los 150 años desde el primer trayecto ferroviario con la capital zamorana como destino.

Centenares de personas subieron y bajaron de los vagones que suelen descansar en el Museo de la Estación de las Delicias, en Madrid, y que en esta ocasión cobraron vida para la destacada efeméride.

El tren estuvo abierto al público hasta las cuatro de la tarde, cuando partió hacia Carbajales de Alba. El trayecto fue sumamente agradable, con un tiempo espléndido a pesar del cielo nuboso. El convoy atravesó dos túneles y se detuvo unos instantes en el viaducto de Martín Gil sobre el río Esla antes de detenerse durante un cuarto de hora en Carbajales de Alba, donde fue recibido entre vítores por buena parte de los habitantes de la localidad, que tampoco quisieron perderse la oportunidad de ver el tren histórico de cerca.

El regreso a la Estación del Ferrocarril de Zamora se hizo con media hora de retraso sobre el horario previsto, por la larga parada hecha en Carbajales de Alba, pero los pasajeros disfrutaron cada momento, yendo y viniendo de vagón en vagón y tomando las pastas con las que la organización obsequió a los viajeros.

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