De Zamora a Sevilla: 600 kilómetros por amor a unos colores
Un grupo de seis amigos han recorrido la península para no dejar solo a su equipo en el partido más importante del año
La distancia no siempre es un impedimento para el amor tanto para los amigos, como para los colores. Y es que este grupo de amigos, naturales de Santa Croya de Tera y Benavente, lograron cuadrar sus calendarios para acompañar a su Real Madrid en el partido más importante de la temporada: la final de Copa del Rey en Sevilla. Seis amigos a los que la vida ha deparado distintos destinos: Salamanca, Madrid o Valladolid son los lugares a los que, por estudios o trabajo han tenido que mudarse dejando atrás el pueblo de sus vidas.
Lo que empezó una noche de 2022 para ir a la final de Copa del Rey que enfrentaba al Real Betis Balompié y al Valencia CF y que se saldó con victoria de los verdiblancos, se ha convertido ya en tradición para estos jóvenes que ahora tienen la oportunidad de ver a su Real Madrid conseguir un nuevo título que, por otra parte, no consiguen desde 2014.
Si bien ni siquiera tienen entrada para la final, dado lo complicado que era conseguirlas, estos seis amigos forman parte de la marea blanca que se ha congregado en la 'fanzone' habilitada situada en la explanada del parking Los Olmos, junto al Parque del Alamillo. Con una meteorología inmejorable, estos jóvenes disfrutaron junto al resto de madridistas con la pantalla gigante que se había dispuesto en la 'fanzone' de la música y el ambiente durante la previa.
"Para que luego digan que esto del fútbol son solo once tíos dándole patadas a un balón", sentenciaba uno de ellos. No obstante, la felicidad y la algarabía de la previa pasaron a un segundo plano cuando el colegiado decretó el comienzo del encuentro y llegaron los sufrimientos y esos 'casi goles' que hacen que los aficionados se lleven las manos a la cabeza.
A pesar de todo, independientemente del resultado, estos zamoranos son plenamente conscientes de que una experiencia así merece la pena siempre. Sí que es verdad que ellos prefieren volver a sus casas con el título debajo del brazo, aunque ya sean dueños del mejor trofeo de todos.
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