La Semana Santa de Villalpando: un legado que habla en siglos

Villalpando, en la provincia de Zamora, guarda uno de los secretos mejor conservados de la Semana Santa castellana. Lo que allí sucede entre el Domingo de Ramos y el Domingo de Resurrección no se mide en grandes cifras ni en espectáculos grandilocuentes, sino en el respeto profundo por el rito, la emoción compartida y la sobriedad conmovedora de sus calles.

Un legado que habla en siglos

La historia de la Semana Santa villalpandina se remonta a tiempos lejanos. Desde el siglo XVII, el pueblo ha mantenido viva la escenificación del Descendimiento, uno de los actos más sobrecogedores de cuantos se celebran en la región. Con una imagen articulada de Cristo que data de 1603, este ritual se representa solo en años bisiestos, añadiendo un halo de misterio y espera que lo hace aún más especial.

Cofradías que sostienen la tradición

Villalpando cuenta con seis cofradías que, año tras año, dan forma y sentido a una celebración en la que participa activamente cerca de la mitad del pueblo. Destacan especialmente hermandades como Nuestra Señora de los Dolores, las Damas de la Soledad o el Real Santo Entierro, que organizan un total de nueve procesiones a lo largo de la semana.

Entre ellas, la procesión de La Borriquita abre con alegría las celebraciones, protagonizada por niños y con un renovado recorrido que parte de la recuperada iglesia de Santa María la Antigua. Pero también sobresalen momentos de honda espiritualidad como la Procesión del Encuentro o la del Santo Entierro, donde el paso lento y el silencio absoluto envuelven las calles del casco histórico.

El Descendimiento: un instante que estremece

La noche del Viernes Santo, Villalpando se detiene. Cuando el reloj marca la hora, en la Plaza Mayor se escenifica el Descendimiento de Cristo. Las seis cofradías acompañan en absoluto silencio el desenclavamiento del Crucificado, envuelto en una atmósfera de respeto casi litúrgico. El acto culmina con el Sermón de la Soledad y la posterior salida del Cristo Yacente en la Santa Urna, acompañado solo por el sonido de los tambores y el eco de los pasos.

Entre piedras, arte y recogimiento

La Semana Santa en Villalpando no solo vive en la emoción de sus procesiones, sino en el marco en el que se desarrollan: iglesias centenarias, callejuelas estrechas y monumentos como la Puerta de San Andrés o la iglesia de San Nicolás, que elevan aún más la experiencia. Las tallas, algunas de ellas con siglos de antigüedad, se conservan con mimo y son auténticas joyas del patrimonio artístico y devocional.

El sabor de la Pasión

Como en toda celebración popular, la Semana Santa también se saborea. En Villalpando es tradición disfrutar de platos como el bacalao al ajo arriero, el potaje de vigilia, las torrijas empapadas en vino y la típica torta de coscarón. Recetas familiares que huelen a cocina de abuela y que acompañan el alma en días de reflexión y reencuentro.