La Soledad, la virgen zamorana que sobrevivió a la demolición de su capilla

Venerada por generaciones de zamoranos, la imagen de Nuestra Señora de la Soledad, tallada por Ramón Álvarez en 1886, sigue siendo un símbolo de devoción profunda y emoción popular.

Procesión extraordinaria de la Soledad con motivo de su Coronación Canónica Foto: María Lorenzo
Procesión extraordinaria de la Soledad con motivo de su Coronación Canónica Foto: María Lorenzo

La iglesia románica de San Juan de Puerta Nueva, en pleno corazón de Zamora, acoge desde hace más de 130 años a una de las imágenes más queridas de la Semana Santa zamorana: la Virgen de la Soledad, como la conocen y veneran los fieles.

La actual escultura fue realizada en 1886 por el reconocido imaginero zamorano Ramón Álvarez, quien dio forma a una Virgen que, desde el primer momento, conectó con la devoción del pueblo. Sustituyó a una talla anterior que pertenecía a la Cofradía de Jesús Nazareno, reforzando desde entonces el arraigo emocional de la hermandad con la nueva imagen.

“La Soledad” viste con sencillez: túnica y manto negros, sin ornamentos, una toca de encaje blanco sobre la cabeza y una discreta corona dorada. Su rostro sereno y gesto de dulzura contenida emocionan a quienes se detienen frente a ella, especialmente en los días más intensos de la Pasión.

En sus inicios, la Virgen recibió culto en una antigua capilla dentro del mismo templo, cedida por el Marqués de Valverde, Conde de Torrejón y de Casa Trejo. Aunque dicha capilla fue demolida, aún se conserva el arco de entrada y una reja del siglo XVI, elementos que hoy enmarcan el lugar donde se ubica la imagen, en el muro norte del templo.

Con el paso del tiempo, la talla de Ramón Álvarez no solo se ha convertido en un emblema de la religiosidad popular, sino en una pieza fundamental del patrimonio artístico y devocional de la ciudad. Su presencia, discreta pero poderosa, continúa siendo punto de encuentro espiritual para fieles, cofrades y visitantes.

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