La penitencia se hizo en Olivares. Una penitencia no buscada, pero si escenificada en las calles con un recorrido corto de las Capas Pardas que sumieron al barrio en la austeridad de uno de los desfiles más representativos de la Pasión Zamora. 

La Catedral se hizo testigo del sobrecogedor caminar del Cristo del Amparo que se impuso a la lluvia y a las malas previsiones. Tras momentos de incertidumbre el recogimiento se echó a las calles al cobijo de las capas alistanas y el eco del bombardino solo ensordecido por el viento.  

Una muestra de cómo la Pasión zamorana se adapta a las inclemencias, a una lluvia que truncó el Silencio y este se personificó en las calles, de madrugada, escrito en penitencia de quienes acompañaron en la fría noche a los hermanos de las Capas Pardas. 

 

 

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