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Las últimas palabras de Cristo en la cruz se hacen tradición en las calles de Zamora

Procesión de las Siete Palabras

A las once de la noche, los hermanos, hombres y mujeres, ingresaban al templo románico de Santa María de La Horta para participar en la misa de hermandad, unificados en el rezo y en el canto junto al coro parroquial. Las mismas melodías, los mismos abrazos, el reencuentro, aunque ya tan presentes en la memoria las ausencias. Todo ello tiene un aire místico que lo envuelve.

En sus caperuzos, el verde de la pana, en el fajín y las túnicas blancas de estameña, los guantes blancos y la mirada fija en el Crucificado, que durante el día permanecía cubierto. A la medianoche, los tambores marcan las siete palabras, acompañados de un redoble que simula el cataclismo. Las puertas del templo se abren y el Cristo sale a la calle, siempre el primero, recordando aquellos primeros tiempos en que no cabía por la puerta de Santa Lucía y se le colocaba en sus andas fuera del templo.

Siempre el primero. Detrás de Él, la Cruz guía y los hermanos en formaciones de tres, mientras los hachones producen el característico traqueteo contra las losas de piedra, marcando el paso de centenares de pies descalzos en su penitencia. Es la noche de los sonidos: el crujir de las llamas, los bombos desafinados, tanto los grandes como los pequeños. Es la noche de los tambores que marcan el ritmo de un Cristo que nunca se detiene, salvo en los imperceptibles descansos de quienes lo cargan. 

Es la noche de la palabra, los siete últimos mensajes de amor que el Crucificado pronuncia desde la Cruz. Siete estandartes, siete Cristos flanqueados por los faroles que los mayordomos sostienen con orgullo. Cuántas procesiones observan la labor de la mayordomía. . 

Y entre la realidad y el sueño, esa emoción íntima bajo el caperuzo, cuando la madrugada se acerca y el regreso transcurre en un silencio sepulcral, las puertas del templo se abren pasadas las dos de la mañana. El frío se hace más presente, los tambores imitan el cataclismo y los cofrades descubren sus rostros. La penitencia ha llegado a su fin. Estaremos con Él en el Paraíso.

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