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La Hermandad de Las Siete Palabras ha procesionado este Martes Santo acompañando a su imagen titular, la del Cristo de la Expiación

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Hermandad de las Siete Palabras Foto: Víctor Garrido
Hermandad de las Siete Palabras Foto: Víctor Garrido

El golpe de los hachones en el suelo, los bombos y el sonido ahogado de los tambores que acompañaban al Cristo. Tres únicos sonidos que componen la banda sonora de la Hermandad Penitencial de las Siete Palabras.

Una procesión que forma parte de ese reducto de hermandades que ayudan a catalogar la Semana Santa de Zamora como una de las más austeras del país.

A las doce en punto, las hojas de la puerta principal de Santa María de la Horta se abrían para dejar pasar la imagen de Cristo. Un Cristo de la Agonía que como cada año es el primero en pisar la calle.

 

Como si estuviera pasando lista a todos los hermanos que deciden desfilar, el Cristo queda en espera en uno de los costados de la iglesia. A partir de ahí, los penitentes comienzan a salir. Una a una, las siete frases que exhaló Cristo antes de morir también retumbaban en la cabeza de los zamoranos que se apostaban en las aceras para ver la procesión.

La subida de la cuesta del Pizarro dibujó otro de los momentos imperdibles del recorrido con la mirada puesta en la llegada a la plaza de Viriato donde un año más se llevó a cabo el rezo de las siete palabras, momento cumbre de la hermandad que se abrió paso, un año más, entre el jolgorio del ágora zamorana para descender nuevamente a los barrios bajos dejando una sobria imagen a su bajada por Balborraz para concluir en el templo de salida. 

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