Zamora calla, reza o medita o espera a una de las hermandades que hace enmudecer hasta los muros de la Catedral. Los caperuzos del Yacente, los más altos de la Pasión zamorana, comienzan a plagar la plaza de la Seo zamorana.
Una imagen inédita para la mayoría ya que esta salida ha sido novedad en este 2025 con motivo del Año Jubileo de la Esperanza. Las campanillas del viático, las pesadas cruces arrastras y los hachones golpeando a los pies de la sede se convierten en la banda sonora de la noche del Jueves Santo.
Allí aparece él, el Cristo Yacente acariciado por el frío aire de la noche, después de que la urna de metacrilato le sirviese de refugio a la lluvia que empañó la Pasión del pasado año. Desnudo y despojado de cualquier adorno Cristo entrega su vida en las calles de la capital.
Los clavos, las escrituras y la corona de espinas también se muestran al pueblo, una vez que Cristo ha sido desclavado de la cruz para ser transportado al sepulcro. Chimeneas, Doncellas, Moreno y las Damas se dibujan como el escenario perfecto para enmarcar entre piedras el sentir de una ciudad que guarda silencio cada noche de Jueves Santo.
La Catedral aguarda al fondo y Viriato echa la vista a la Rúa para mirar con recelo como la Seo se lleva ese momento cumbre. Como la misericordia no será clamada desde la sede del guerrero lusitano, sino que el Jubileo de la Esperanza se lo lleva hasta el atrio.
Las filas de hermanos regaban la plaza de la Catedral, a la llegada del último, el coro rompió el silencio. 'Miserere mei deus' brotó de las gargantas de los artífices de una magia que transciende cualquier fe y que resonó bajo las piedras de la joya de la capital.
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