Año tras año, el comienzo de la primavera, además de comenzar la etapa de floración y el buen tiempo, marca también el de la aparición de las orugas procesionarias que, tras finalizar su estado larvario, comienzan a descender de los pinos y se convierten en una gran amenaza para nuestras mascotas. En los últimos años, el calentamiento global ha favorecido la temprana aparición de la también llamada ‘procesionaria del pino’, que ya se trata de una de las plagas más comunes en las zonas mediterráneas. Aunque a simple vista pueda parecer inofensiva, la ingestión de este insecto por nuestro animal de compañía o el simple contacto con sus mucosas, especialmente en el caso de perros y gatos, puede llegar a generar graves consecuencias para su salud o, incluso, el fallecimiento del animal.
Pinares, parques, urbanizaciones, e incluso en jardines privados donde existen diferentes especies de pino albergan este tipo de insectos que, a menudo, resultan difíciles de detectar por los humanos, pero no por nuestros animales de compañía que ven en la oruga un atractivo snack o juguete temporal. En ese sentido, desde Clinicanimal, el especialista en productos para todo tipo de mascotas, insisten en la importancia de mantener la precaución durante estos meses, especialmente entre marzo y mayo, tratando de mantenerse alejado de las zonas de peligro y empleando correajes para tener mayor control de por dónde pisa u olfatea nuestro perro.
La procesión de estas orugas ocurre en el momento en el que bajan del árbol para buscar un espacio conveniente en el que sepultarse para transformarse en crisálida y, posteriormente, en mariposa. En ese sentido, Nuria Gómez Constanzo, veterinaria de Clinicanimal, añade que: “este proceso, normalmente, dura alrededor de 2 semanas y tiende a producirse entre marzo y finales de mayo. No obstante, la fecha de fin exacta se desconoce, ya que las temperaturas varían muchísimo. Por eso, recomendamos extremar cualquier precaución y evitar que nuestro perro o gato entre en contacto con estos insectos que pueden resultar tan dañinos”.
En caso de que nuestra zona esté poblada de pinos, la veterinaria señala: “durante estos meses, cuando paseemos con nuestra mascota es conveniente llevar con nosotros una botella de agua, preferiblemente caliente (dado que el calor desactiva la toxina), y una jeringa para lavar a presión la zona afectada, de forma que no pueda evolucionar hacia la necrosis y nuestra mascota pueda perder el tejido que haya entrado en contacto con la oruga”.
En el caso de que nuestro animal de compañía ya haya olfateado o tocado una, Gómez Constanzo aconseja que: “será de suma importancia llevarle al veterinario más cercano para que pueda ser tratado lo antes posible. Mientras tanto, siempre y cuando lleves guantes, puedes retirar el vello que haya podido dejar la oruga en el perro con mucho cuidado, ya que si lo tocas también te puede dar una reacción alérgica a ti. Recuerda no frotar ni tocar la zona, ya que esto podría provocar más fricción del vello de la oruga liberando más sustancias tóxicas en el organismo del perro”.
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