Sexo, drogas, dinero, personas e historias. La séptima temporada de ’21 días’ se estrenó este viernes y el oficio más viejo del mundo fue el primer tema abordado por Meritxell Martorell, la nueva reportera encargada de conducir el programa. La periodista se desplazó hasta Zamora para conocer de primera mano el interior del famoso prostíbulo del término de Coreses. 

Allí, María José, una de las responsables del club, respondió amablemente a las cuestiones planteadas por la joven reportera en relación al perfil de la clientela, el limbo legal de la profesión o la remuneración de las putas. Así, sin rodeos ni eufemismos. Como denunciaba Maite, una de las trabajadoras de El Elefante, “soy puta, no tengo por qué llamarme escort como muchos de los clientes me dicen, soy puta y no considero que sea malo”. En esta línea, Maite iba más allá y se enorgullecía de cobrar “seis veces más que en un trabajo convencional”, llegando incluso a los 3.000 euros mensuales. Además, a diferencia de otros trabajos, “en esta profesión nunca he llegado a casa llorando y si un día no me apetece trabajar, no tengo a ningún jefe chillándome detrás de la oreja”, añadía. 

En este sentido, la regente María José defendía la normalidad del oficio pese a admitir contratiempos legales en cuanto a la contratación de las chicas: “Hemos tenido algún problema ya que la mayoría de ellas son extranjeras pero el trabajo es normal, yo soy empresaria y en el club ofrecemos un servicio a los clientes”. Clientes como Domingo, quien confesaba a cara descubierta haber estado pagando por sexo los últimos 25 años de su vida. "Es la propia sociedad quien está generando que haya que pagar por el sexo con tanta desconfianza", apuntaba otro hombre mientras recibía un masaje erótico. 

La preocupación por el contagio de enfermedades sexuales o el miedo a ser rechazadas por los usuarios, fueron otros de los asuntos tratados en esta primera entrega de la temporada que mostró las intimidades del club zamorano: desde la suite con jacuzzi hasta el cuarto de sábanas pasando incluso por una de las habitaciones nada más finalizar el coito entre Luna, otra de las trabajadoras, y un cliente. Durante todo el programa, tanto Luna como Maite se mostraron orgullosas de su trabajo y felices con su situación personal. Una coyuntura muy diferente a la de Patricia, otra de las protagonistas del reportaje, quien tenía que reunir en otro club 1.500 euros en apenas cuatro días para que su hijo pequeño no se quedara en la calle: “no tenemos casa y estoy luchando por tener una”, relataba entre sollozos. 

Según fuentes de El Elefante, el servicio de media hora cuesta 50 euros. Tras haber vivido una experiencia "dura e incómoda" durante 21 días, Martorell finalizaba cuestionándose: "¿Y a esto lo llaman dinero fácil?"

"ORGULLOSAS DE NUESTRO PASADO Y NUESTRO PRESENTE"

Este sábado, tras la emsión del reportaje, el Club publicaba a través de sus redes sociales el siguiente mensaje: “35 años por 365 días, miles de historias, algunas penas, algunas alegrías… pero el respeto a todas y cada una de las chicas que pasaron por aquí con la valentía de querer salir adelante. Mujeres fuertes, a veces con el alma rota, madres, hijas o hermanas como cualquier mujer pero con muchas ilusiones. 

Quizás son ellas y sus circunstancias, a veces la vida eligió por nosotras y no hubo la oportunidad de elegir una carrera porque lo esencial era comer y que su gente comiera pero cualquiera de ellas podía haber sido buena esposa, buena empresaria o buena periodista porque la vida les enseñó que lo principal es el respeto, las ganas de luchar y que hagas lo que hagas en la vida, una no se vende, no pierde la dignidad por usar nuestro cuerpo como herramienta sino por cerrar nuestro alma y nuestra mente como seres humanos y pensar que estamos por encima de todo. Orgullosas de nuestro pasado y nuestro presente”.

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