Eran las doce y cuarto de la mañana cuando uno de los miembros de la familia que regenta las bodegas de Valcabadino observaba desde la viña en la que trabajaba que un fuego comenzaba a desbocarse en el monte próximo al negocio familiar. El viento, la sequía y el calor que azota este martes a la capital eran los mejores aliados de unas llamas que poco a poco calcinaban el monte bajo y las encinas que se encontraban en la zona.
A un lado del monte, una vivienda y las míticas bodegas, al otro, una vivienda más. Tras dar aviso a los bomberos, y mientras iban llegando dotaciones desde el parque de la capital, los propios vecinos de la zona tiraban mangueras propias y fumigadores cargados de agua para tratar de parar el avance de las llamas.
La llegada de los bomberos y de la policía local sirvió para que la inexorable propagación de las llamas se detuviese y al menos el fuego pudiera ser controlado. Eso sí, las fuertes rachas de vientos impedían a los servicios de extinción bajar la guardia, dada la cercanía de las tres edificaciones que se encontraban en el perímetro del fuego.
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