La desobediencia que frenó el avance de las llamas: cuando el pueblo salva al pueblo
El incendio de Losacio deja ya imágenes imborrables de su dureza. El fuego calcinó decenas de miles de hectáreas en apenas unas horas y aunque ahora el negro lo tiñe todo, la unión de los pueblos y su desobediencia ante la orden de desalojo, aunque con mucho riesgo, evitó grandes desastres.
El pasado 17 de julio el horror se desató de nuevo en la provincia de Zamora. A penas un mes después del peor incendio que se recordaba, Losacio comenzó a arder y es cuestión de horas las llamas lo cercaron todo mientras el calor y el viento hacían prever que un nuevo infierno asolaría la provincia.
El incendio, del que las causas se desconocen, pero todo apunta a una tormenta, se originó a las seis de la tarde y los primeros desalojos llegaron pasadas las nueve de la noche con San Martín de Tábara como primera localidad afectada y Carbajales de Alba levantándose unido para ofrecer un lugar digno a los desplazados.
En apenas dos horas la lista de pueblos evacuados no dejó de crecer y fueron cuatro más las localidades desalojadas antes de las doce de la noche. Entre ellas Tábara, y fue entonces cuando muchos vecinos decidieron tomar la negativa para luchar por su tierra y no abandonar sus casas ante el voraz avance de las llamas y la falta de medios que ellos mismos percibían.
No fueron los únicos que decidieron quedarse es su casa, y ese fue el caso, entre muchos otros, de Antonio Blanco, quien a sus 51 años decidió no marcharse de Perilla de Castro. El desalojo de la localidad llegó cuando su madre, enferma de Alzheimer, ya se encontraba dormida y tras valorar situación decidió quedarse. “Se quedó más gente, sí. Sobre todo, gente joven. Además, es una forma de intentar que, si la cosa se pone mal, poder defender el pueblo", tal y como explicó el propio afectado a la agencia Ical.
Tras una larga noche de lucha contra el fuego y desalojos, la mañana de lunes dejaba uno de los despertares más demoledores. A la muerte del brigadista Daniel Gullón se sumó la muerte de un vecino de Tábara cuando trataba de salvar su ganado. Una situación por la que la delegada territorial, Clara San Damián, hizo un llamamiento a los vecinos para que cumpliesen la orden de desalojo de la Guardia Civil, "para evitar daños personales mayores" a los que ya se habían sufrido.
“Como ha sido un fuego de gran dimensión y durante tantos días, el humo llegaba hasta aquí pero no mucho; en suspensión, algo, daba el olor, pero nada grave para la salud. Se podía respirar perfectamente. Además, había viento y se lo llevaba, con lo cual, uno toma la decisión que cree oportuna y yo decidí quedarme, pero bajo mi responsabilidad y concierta garantía de que no pasase nada”, apunta.
El alcalde de Losacio, también ha trasladado ese sentimiento de unidad del pueblo. De quienes decidieron coger la opción de salvar su casa, antes que coger el autobús.
“Los del pueblo fueron los que apagaron el fuego, que, aquí, ayuda hubo poca. Los diez o doce del pueblo fueron los que estuvieron todo el día apagando el fuego en Losacio. Estuvo todo el día en peligro y hubo dos aviones de bomberos todo el día en la plaza por si había que desalojar, pero gracias a la ayuda de la gente del pueblo fueron los que lo apagaron. O sea, que la ayuda que tuvimos fue muy mala, la verdad”, expone a Ical el alcalde de Losacio, Santiago Campo.
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