Fin del juicio contra los acusados de asesinato a un hombre en el río Tera ¿Culpables o inocentes?
El lunes el jurado se retirará para valorar y emitir su veredicto
El juicio contra los tres acusados de asesinato a un hombre en diciembre de 2019, cuyo cadáver apareció en el río Tera cerca del Lago de Sanabria, ha llegado a su fin y el jurado popular, compuesto por nueve zamoranos y zamoranas, deberá decidir a partir del lunes si los acusados son culpables o inocentes.
Por ello, la Fiscalía, el abogado de la acusación y los abogados defensores de los acusados han emitido este viernes sus conclusiones exponiendo sus posturas al jurado.
LA FISCALÍA
En este sentido, la Fiscal ha mantenido su postura inicial solicitando 25 años de prisión para cada uno de los dos acusados por asesinato y 14 años de cárcel para el tercer acusado como cómplice.
Ha señalado que los acusados no declararon a preguntas del Ministerio Fiscal ni de la acusación “porque podían entrar en contradicciones” y recordó que “la víctima no ha podido hablar porque está muerta”.
“Somos personas y tenemos derecho a la vida y a la víctima se la quitaron”, manifestó, resaltando que “el alcohol, los celos o el querer quedarse con el dinero… no hay nada que justifique matar a una persona”.
La Fiscalía considera que el funcionario de prisiones al que uno de los acusados relató los hechos lo hizo para salvarse a sí mismo, pero “fueron los dos y la huella de la cinta americana lo confirma”.
También hizo referencia a las escuchas telefónicas, señalando que los acusados “mucho tiempo después siguen hablando de lo mismo”, y que en la casa del presunto cómplice se hallaron una cuerda y una bolsa de cal similar a las utilizadas en el crimen.
Concluyó afirmando que los forenses determinaron que el fallecido estaba vivo cuando entró en el agua y que, aunque no tenía signos de violencia, le habían dado pastillas.
LA ACUSACIÓN
En la misma línea, el abogado de la acusación solicita la pena de prisión permanente revisable para los tres acusados, manteniendo que todos son autores del asesinato.
Resaltó que no había coche en el lugar ni restos de cinta americana, descartando el suicidio, y recordó que la Guardia Civil ya creía desde el inicio que era una muerte violenta.
Indicó que, aunque los forenses inicialmente apuntaron al suicidio, el agua en el estómago y la falta de defensa demostraban que la víctima estaba sedada.
También subrayó que una testigo fue clave al declarar que la acusada “pegaba a los viejos, les robaba el dinero y les daba pastillas”.
Recordó además que la acusada vendió el coche el 30 de diciembre, pocos días después de que el cuerpo apareciera el 27 de diciembre, y que mintió al afirmar que no veía al fallecido desde principios de mes.
El abogado de la acusación destacó las escuchas telefónicas en las que los acusados cambian su versión al sospechar que sus teléfonos estaban intervenidos.
Por último, señaló que en el registro de la casa de la acusada se encontró una fe de vida falsificada del fallecido y que en el careo los acusados se culpaban entre sí, pidiendo al jurado que los declare culpables por unanimidad.
LOS ABOGADOS DEFENSORES DE LOS ACUSADOS
El abogado de uno de los acusados destacó las “dudas” del caso, apelando a la presunción de inocencia, y criticó que la acusación se base solo en dos huellas dactilares, aparecidas cuatro años después en una cinta americana.
Recordó que no se halló el rollo de cinta americana, se desconoce el lugar exacto de los hechos, y que la forense lo calificó como suicidio al no haber lesiones visibles.
La abogada de los otros dos acusados pidió al jurado que valore las pruebas, insistiendo en que hay contradicciones en los testigos y que no se sabe cómo murió el hombre porque las autopsias no son definitivas.
Señaló que el presunto cómplice estaba ingresado en las fechas del crimen, que no hay ADN ajeno al fallecido y que los supuestos elementos encontrados (cal, cuerda) pueden hallarse en cualquier casa.
Asimismo, cuestionó el móvil económico, afirmando que la acusada ya era titular de la cuenta del fallecido, por lo que “matarlo no tenía sentido”.
En definitiva, concluyó que “no hay ninguna evidencia ni prueba física de que los acusados cometieran el crimen”, y pidió al jurado que reflexione y valore las pruebas porque “es mejor un culpable en la calle que un inocente en prisión”.
Dos de los acusados no quisieron pronunciarse en su derecho a la última palabra, mientras que el tercero lo hizo afirmando: “Soy inocente”.
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