La trágica muerte de Diogo Jota y su hermano reabre el debate sobre el estado de la A-52: la autovía más peligrosa de Zamora
El accidente que ha costado la vida al futbolista internacional Diogo Jota y a su hermano André la madrugada del 3 de julio ha devuelto al foco informativo una vieja preocupación en Zamora: la seguridad de la autovía A‑52.
El accidente que ha costado la vida al futbolista internacional Diogo Jota y a su hermano André la madrugada del 3 de julio ha devuelto al foco informativo una vieja preocupación en Zamora: la seguridad de la autovía A‑52. El siniestro, ocurrido en el kilómetro 65 de la vía a la altura de Palacios de Sanabria, ha vuelto a encender las alarmas sobre una carretera que arrastra un historial preocupante de accidentes y que, pese a su importancia estratégica para la conexión con Galicia, sigue acumulando críticas por su estado de conservación.
Según las primeras investigaciones, el vehículo en el que viajaban los hermanos, un Lamborghini de alta gama, habría sufrido el reventón de un neumático en plena maniobra de adelantamiento. El coche perdió el control, se salió de la vía, volcó y terminó envuelto en llamas. Los equipos de emergencia que se desplazaron hasta el lugar no pudieron hacer nada por salvar sus vidas. Ambos fallecieron en el acto.
La noticia ha sacudido al mundo del deporte y ha provocado una oleada de reacciones tanto institucionales como ciudadanas. El Porto FC, donde Jota inició su carrera, y la Federación Portuguesa de Fútbol emitieron sendos comunicados de condolencia. Pero más allá del dolor, lo que ha emergido con fuerza es el debate sobre las condiciones de una carretera que se ha convertido en un punto negro silenciado.
En lo que va de año, la A‑52 ha registrado al menos cuatro accidentes de gravedad en la provincia de Zamora, todos en un radio de menos de 70 kilómetros. El 10 de mayo, un vehículo volcó en Asturianos, dejando dos heridos. El 18 del mismo mes, un turismo y un camión colisionaron en Requejo de Sanabria. Apenas unos días antes del accidente de los hermanos Jota, otro vuelco tuvo lugar en Camarzana de Tera. La autovía acumula años de quejas por el deterioro del firme, la falta de mantenimiento, tramos sin señalización adecuada y zonas sin arcén que complican las maniobras de emergencia. A eso se suman los riesgos derivados del cruce frecuente de fauna salvaje, como lobos y ciervos, en un entorno natural como la comarca de Sanabria.
La indignación ciudadana se ha hecho visible especialmente en redes sociales, donde usuarios de la zona y conductores habituales de la A‑52 han denunciado que lo ocurrido no es una tragedia aislada. “¿Cuántos muertos más hacen falta para que alguien actúe?”, se leía en varias publicaciones compartidas tras conocerse el fallecimiento de los hermanos. La preocupación no es nueva: asociaciones vecinales y ayuntamientos de la zona llevan años exigiendo inversiones urgentes. En 2023, la A‑52 fue, según datos oficiales, la autovía con más accidentes registrados en toda la provincia.
Lo ocurrido con Diogo Jota ha actuado como catalizador de un malestar latente. La notoriedad del fallecido ha hecho visible una situación que, hasta ahora, solo ocupaba espacio en las secciones de sucesos de los periódicos locales. Ahora, con los focos puestos sobre Zamora, las autoridades deberán dar respuestas no solo a lo ocurrido, sino también a lo que puede evitarse. Porque lo que era un lamento local ha pasado a ser un clamor nacional.
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