Las previsiones de lluvia tímida no se cumplieron para el mediodía y el acto de hermanamiento entre Zamora y La Hiniesta se pudo celebrar sin ningún contratiempo. Es más, la ausencia de nubes provocó que el sol de justicia obligase a todos los romeros a utilizar pañuelos, gorras o paraguas para evitar que la exposición directa al sol pudiera generar algún mareo.
La tradición no sufrió ningún desliz. Pese a llegar con un poco de retraso, la comitiva que partió desde la capital llegó al encuentro con los representantes de La Hiniesta en el acceso a la localidad. Allí, se produjo el baile de los pendones, el intercambio de bastones entre los alcaldes de Zamora y La Hiniesta y los jóvenes recién comulgados leyeron sus poemas a la Virgen. Esta vez no hubo suelta de palomas al cielo. Por eso, una vez realizados todos los actos protocolarios, todos los romeros ascendían por la calle principal para alcanzar la iglesia de La Hiniesta.
Como cada año, la imagen de cientos y miles de personas subiendo la principal rúa de esta localidad zamorana fue impactante. Un enorme número de romeros accedían a la iglesia de La Hiniesta y poblaban sus principales calles, principalmente en los alrededores del templo donde se realizó la celebración religiosa. Fuera, la música, el folclore, la comida, la bebida, los grupos de amigos y los puestos de venta ambulante se mezclaban en un ambiente de fraternidad que se repite cada curso.
Zamora y La Hiniesta se mantienen firmes a la tradición y tras una jornada intensa, la Virgen de la Concha regresará a la capital despidiéndose de esta localidad zamorana hasta el próximo año.
Zamora y La Hiniesta siguen siendo hermanas
La llegada de la Virgen de la Concha a La Hiniesta suponía renovar el hermanamiento entre ambas localidades. Los alcaldes intercambiaron de nuevo los bastones de mando, tras la primera permuta hace días en la Rogativa de San Marcos, y tras eso, toda la comitiva alcanzaba la iglesia para la celebración religiosa.
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