“El planeta sufrió cambios importantes de temperatura, pero nunca tan rápido como ahora”

El cambio climático supondrá importantes cambios irreversibles tanto económicos como sociales, ante los que el ser humano se tiene que adaptar “de la forma más sostenible”

 Embalse sequia puente manzanal
Embalse sequia puente manzanal

Las previsiones por el cambio climático siguen sin ser nada halagüeñas para el mundo. Las últimas previsiones apuntaban que, en los próximos 20 años, la temperatura podría subir en la provincia de Salamanca cerca de 1,5 grados centígrados, lo que afectaría de gran manera a los cultivos.

El catedrático en Paleontología de la Universidad de Salamanca, José Abel Flores, uno de los mayores expertos en la materia del cambio climático, y que en 2011 fue Premio Castilla y León de Protección del Medio Ambiente, analiza la situación de nuestro planeta.

El también doctor en Geología por el Estudio salmantino afirma, rotundamente, que “ojalá fuera sólo un grado y medio” ya que, según las previsiones del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (cuyo último gran estudio se publicó en 2014), “la más optimista estima, hasta final de siglo, una subida de 2 grados centígrados, mientras que el más pesimista llega a 7”.

Por ello, el reto de Naciones Unidas (de quien depende dicho Panel Intergubernamental, que está formado por cerca de 3.000 científicos que emiten informes sobre lo que realmente sucede en el planeta, sin “nada de especulaciones) y “de quienes estamos preocupados por esto es que la temperatura no suba más y que en los próximos 50 años no se alcancen esos dos grados de subida”.

De hecho, José Abel Flores recuerda que “estamos ya fuera de límite, porque la concentración de algunos gases responsables (del cambio climático) están muy por encima de lo que debería haber”.

Cambios irreversibles pero controlables, excepto que la subida sea la peor estimada

El catedrático en Paleontología detalla que si la subida que se produjese fuera de dos grados centígrados, aunque se produjesen una serie de cambios “en las características generales del planeta que ya son irreversibles”, como son la subida del nivel del mar o la fusión de Groenlandia o la Península Antártica, estos tendrían “menos repercusión” ya que no se producirían “de manera desmedida”.

Sin embargo, “si nos vamos a 7 grados centígrados, eso sería un cambio completo en la fisionomía de nuestro planeta”. Por ello, que esto no se produzca “es uno de los grandes retos del planeta en las próximas décadas”, ya que los primeros humanos en verse afectados no sólo por las temperaturas, sino por sus efectos directos, serían aquellos que residen en la línea de costas.

Así, José Abel Flores pone el ejemplo de Kiribati, isla situada en el Pacífico “que ha tomado conciencia de ello y que está haciendo una campaña importantísima” porque, de producirse este aumento, “se anegaría y desaparecería”. Esto se debe a que se trata de una isla arrecifal “y una mínima subida del nivel del mar determina cambios importantísimos”.

Porque dicha subida, que afectaría también a todas las costas del planeta, “a lo mejor no es sensible al primer golpe de vista, pero en cuanto haya una subida de marea, una marea viva o una tormenta, arrasará con todo”.

Cambios importantes en la agricultura y en las zonas de lluvia: Salamanca sufrirá sequías

Otro de los aspectos importantes que sufrirá España por el cambio climático, según concreta José Abel Flores, es “un cambio radical de lo que van a ser zonas de lluvia con zonas más secas”. La previsión para Salamanca es que “el agua va a ser más escasa”, mientras que en otros puntos de la Península Ibérica, especialmente en el norte, lloverá más.

“Eso lo vamos a sufrir con todo lo que tiene, y con lleva un ajuste de la agricultura, por ejemplo”, reflejando el doctor en Geología que “ya hay una preocupación importante en viñedos”, porque “el comercio va siempre va un poquito por delante, y se está tratando de hacer vino de más altura”. Es decir, compensando y aclimatando las producciones, puesto que “hay que buscar otras expectativas”.

No será el único cambio que se producirá en nuestro país y entorno, porque también aparecerán nuevas enfermedades, como el dengue, del que ya hay casos en España sin haber sido importado. Esta es una “enfermedad tropical que la produce un mosquito”, si bien para traspasarla necesita picar primero a alguien ya infectado.

En países tropicales, como Colombia o Brasil, “son endémicas y conviven con ellas, pero aquí los casos hasta ahora son contados, y los sufren gente que procede de otros países”, continúa José Abel Flores. Pero el mosquito que actúa de vector “está condicionado, esencialmente, a la temperatura, y el dengue o malaria empieza a entrar de una forma mucho más frecuente de lo esperado”.

A todo ello habrá que sumarle otra serie de enfermedades que tienen que ver con el cambio climático o los golpes de calor que pueden dar por el aumento de las temperaturas. Porque, como asegura el catedrático en Paleontología, “el planeta sufrió cambios importantes de temperatura, pero nunca tan rápido como ahora”, y es que “dos grados centígrados es una subida muy importante y muy rápida”.

Tenemos la tecnología para los cambios físicos, pero sólo cabe la estrategia de “adaptación”

El que también es director del Centro Cultural Hispano-Japonés comenta que “hay una población de determinados países que no lo van a sufrir tanto”. España, por ejemplo, sufrirá la subida del nivel del mar. “Pero nosotros, hoy en día, modelamos las playas”, recuerda.

Y es que hay países, como Alemania u Holanda, que están acostumbrados a vivir bajo el nivel del mar, ya que se actualmente se posee “la tecnología y hay medios para hacer frente a eso”. Sin embargo, eso pasa en el mundo desarrollado, pero otros países no tienen esos avances.

Tampoco se pueden poner barreras a la subida de la temperatura, algo que “afectará económicamente”. Por todo ello, José Abel Flores cree que “hay una necesidad de adaptarse, no cabe otra posibilidad”, ya que “no hay una estrategia de combate directa con el cambio climático, sino adaptación”. Eso y reducir emisiones, “que estos dos grados se queden en dos grados y no suban a cinco o seis”.

Pese a todo ello, el paleontólogo no se muestra pesimista, y es que “las cosas son las que son”. Pero sí ve posible la adaptación, ya que “el hombre tiene que aprovechar este cambio para mejorar, siempre ha sido así”.

De hecho, pone el ejemplo de la evolución de los carburantes: desde la madera hasta el petróleo pasando por el carbón y la grasa de ballena. “Si lees los tratados de los geólogos del siglo XIX, que se dedicaban al carbón, calcularon que cuando se acabara el carbón, lo haría la sociedad”, algo que no sucedió porque “hubo un cambio”.

Así, y pese a que ha habido guerras de por medio tratando de poseer ese combustible fósil, “el mejor estado del bienestar ha surgido de ahí”. Por tanto, considera que “la cuestión, desde todos los puntos de vista, desde el económico hasta el sociológico, es intentar aprovechar esta situación”, ya que la modificación sí que es imposible.

“La responsabilidad de la ciencia es tratar de adaptar la forma más sostenible al planeta”

El catedrático en Paleontología por la USAL también asegura que la responsabilidad de la ciencia, así como de los sociólogos y de los economistas, es “tratar de adaptar la forma más sostenible al planeta”, si bien “es complicado”, ya que “el humano está por todos los sitios, ha llegado a colonizarlo todo”. El ejemplo que usa para ello es el plástico, el cual “el océano está sufriendo mucho, más de lo que se piensa”.

Y es que “sólo había habido unos organismos, unas bacterias”, que alcanzasen tal grado de impacto en la Tierra, “y fueron las responsables de que nuestra atmósfera sea como es ahora”. Es por ello que se puede afirmar que “el humano está en una situación de esa naturaleza, de control y de ejercer modificaciones de esa importancia”.

Eso sí, “tampoco hay que darle más importancia” porque “el humano desaparece y el planeta sigue funcionando”, continúa el paleontólogo. Lo hará “con otra vida, no hay que ser egocentristas en ese sentido” si bien quedan muchas generaciones por pasar. Después, no habrá otro homo sapiens ni ninguna evolución, a su parecer, porque “no habrá selección natural con nosotros”. Pero “alguien conquistará el planeta, y nuestro nicho lo ocupará otro animal”.

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