La Esperanza se antepone a la lluvia llenando las calles de devoción

La Esperanza con la mirada puesta en un cielo que ha sido benevolente con una de las imágenes que más devoción despierta en la Semana Santa de Zamora. 

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 La Virgen de la Esperanza esperaba su salida en el Convento de Cabañales. Guardada por las dominicas desde la noche de Martes Santo. Madre de Zamora aguardaba la llegada de sus damas y hermanos para ser cobijada en su caminar entre las dos orillas. Su manto verde esperanza y mirada puesta en el cielo se unían en una perfecta metáfora a la espera de que la lluvia no llegase.

En su caminar en el Puente de Piedra, el Duero reflejaba las primeras dudas de que el recorrido fuese acortado para evitar las precipitaciones. Paso firme, al igual que la decisión de la directiva: “el recorrido se realizará completo”. Con ese mensaje, cargado de esperanza, la Virgen del mismo nombre comenzaba su ascenso por Balborraz.

Un ascenso al compás de la saeta, ya asentada en esta mañana de Jueves Santo, bajo la atenta mirada de miles de espectadores que guardaban fila desde muy temprano. Su acceso a la Plaza Mayor, bajo la atenta mirada de los hermanos de acera ya era la clara señal de que el recorrido no se vería empañado por la lluvia y la Catedral ya aguardaba el momento de albergar el canto de la salve.

Los cofrades y las damas dirigieron sus pasos por las calles del Casco Antiguo de la ciudad hasta el atrio de la Catedral. Un recorrido que este 2019 volvía a sus orígenes por la rúa de los Notarios haciendo aún más bella la entrada de la Esperanza. El atrio se abría entonces a las voces que entonando la Salve buscaban dar consuelo a una madre que vivirá las horas más amargas de su hijo dentro de la Seo.

"Vida y dulzura, Esperanza nuestra", así se despedían los millares de damas y hermanos de la Esperanza de su imagen titular que ha visto como Zamora abría las puertas a la Esperanza en una mañana de Jueves Santo marcada por la inestabilidad. Ella ya aguarda en la Catedral hasta el año que viene tras inundar el corazón de la ciudad con la esperanza más amarga por su hijo que está tarde será juzgado y condenado en las calles de la capital.

Fotografía: Sofía Villar


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