El bocinazo inicial daba paso a la primera declaración de intenciones de los manchegos, que demostraba en el parquet que había venido a Zamora a luchar por el primer puesto de la segunda fase. Hasta siete puntos le endosaba a los de Saulo Hernández sin que estos conocieran lo que era encestar. Los locales respondían positivamente, llegándose a poner a un punto, pero Vilarrobledo les cerraba la puerta rápidamente, finalizando el primer periodo 13-19.
Con la afición arropándole, el CB Zamora salía al segundo cuarto con la intención de darle la vuelta al marcador, una sensación materializada en un triple de Meikle a apenas unos segundos del pitido inicial, apenas un espejismo para los aficionados.
De nuevo recortaban distancia los locales, de nuevo Villarrobledo contestaba. Pese a que la energía de los zamoranos hacía parecer que iban a acortar la ventaja, los constantes fallos en el tiro eran aprovechados por los visitantes para no solo mantener, sino aumentar el colchón de puntos.
Libroia, que estaba siendo el máximo anotador del CB Zamora, comandaba sin éxito los contraataques de su equipo. Se estaban juntando el buen hacer, la suerte y las decisiones favorables a los visitantes, algo que empezaba a provocar el malestar de la afición zamorana. El Ángel Nieto emprendía contra los árbitros en cada polémica jugada. Incluso los colegiados llegarían a pitar un tapón ilegal que condenaba al Zamora a irse 14 abajo al descanso.
La vuelta de los vestuarios no iba a mejorar las cosas en el Ángel Nieto. A los pocos minutos, ya era de veinte puntos la distancia entre ambos equipos. Una sangría simbólicamente personificada en Villamil, que tenía que ser atendido por una hemorragia en la ceja. Arturo Fernández, del Villarrobledo, continuaba haciendo daño a los locales una y otra vez.
Con la llegada del último cuarto, los de Saulo Hernández estaban sin posibilidad de darle la vuelta al marcador, pero al menos podían maquillarlo. Castigados por los continuos fallos en el lanzamiento, y los ataques de los manchegos, los zamoranos eran incapaces de reducir la barrera de los veinte puntos, mientras irónicamente el Ángel Nieto aplaudía la actuación de los colegiados.
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