Los sindicatos apuntan que la actual situación dota de “un nuevo significado” al Día de CyL

Comisiones Obreras y UGT remitían un comunicado en las últimas horas para reflexionar sobre la celebración este jueves del Día de la Comunidad. Un comunicado que se refleja con literalidad y que está suscrito por Vicente Andrés Grando, secretario general de CCOO CyL y por Faustino Temprano, secretario general de UGT CyL.

 Los ciudadanos perciben privilegios de la Junta para Valladolid en detrimento del resto de provincias
Los ciudadanos perciben privilegios de la Junta para Valladolid en detrimento del resto de provincias

El 23 de abril ha sido siempre un símbolo histórico de reivindicación y de lucha por la libertad, por la democracia, por los derechos sociales y por el progreso de nuestra Comunidad Autónoma. Aunque esas constantes se han mantenido y manifestado de muy distintas formas a lo largo del tiempo, nunca antes habíamos vivido esta fecha en las circunstancias en que lo hacemos en este año 2020. Son esas circunstancias adversas, precisamente, las que dotan de un nuevo significado a la reivindicación y a la lucha para colocarlas en sintonía con un presente de zozobra y un futuro incierto.

Por ese motivo, para UGT y CCOO de Castilla y León la principal bandera que debe enarbolar la ciudadanía en el día de hoy es la de lo público, lo común, lo que es de todos y de todas, que se ha mostrado una vez más como la defensa fundamental e indispensable frente a las desdichas. Del mismo modo, lo público habrá de ser de inmediato el principal soporte para la reconstrucción y para el diseño de un modelo más justo y equitativo de sociedad. Después de décadas en las que se ha hecho prevalecer el individualismo, la competencia y la desregulación a ultranza, se ha evidenciado a la postre su fracaso y han sido, por el contrario, los valores de la solidaridad, la cooperación y el interés colectivo los que nos han permitido afrontar el reto de la crisis sanitaria y todas sus consecuencias. Ésa es, pues, la senda que debemos transitar para superarlas definitivamente.

Es preciso recordar cómo en los últimos años la población de Castilla y León ha expresado por encima de todo una demanda clara: la defensa de su sanidad pública. Dos importantes manifestaciones de carácter autonómico, nunca vistas antes por ninguna otra razón, y otras muchas en ámbitos locales han servido para demostrar el compromiso de nuestras gentes con los servicios públicos. Con la sanidad, por supuesto, pero por extensión también con todo aquello que supone un derecho social básico. Esa reclamación ensancha su sentido en el contexto actual, en este inusual 23 de Abril, para situarla en el núcleo de las políticas que habrán de llevarse a cabo a partir de esta fecha. Las amputaciones sufridas por los recursos públicos deben quedar sepultadas en el pasado.

Constatamos igualmente que cuanto estamos viviendo de una forma atónita, aunque parece afectarnos a todos por igual, no se expresa ni repercute de idéntico modo sobre un universo único. Al contrario, la enfermedad y sus muchas secuelas están poniendo de relieve los enormes desequilibrios que padece esta Comunidad Autónoma. Desequilibrios que afectan directamente a la población y que la convierten en rehén de las desigualdades nunca bien entendidas y nunca bien atendidas. Asimetrías que nos dañan hasta por la edad, tal y como hemos comprobado a través de los fallecimientos a causa de la pandemia, lo que debe llevarnos a reflexionar y actuar sobre el dudoso sistema de atención a las personas mayores y con necesidad de cuidados especializada. Desigualdades que se han observado así mismo en la irregular distribución de medios para hacer frente a esta pesadilla, lo que ha colocado a algunas de nuestras comarcas y provincias al borde de la desesperación. Diferencias que en muchos otros de sus aspectos son fruto del abandono y del menosprecio injustificados. Disparidades, en fin, que la política autonómica no ha sabido corregir durante los casi cuarenta años de existencia de esta administración.

Reclamamos por tanto una nueva política para los nuevos tiempos que se avecinan, la cual, si no quiere nacer muerta, no podrá acomodarse a los viejos moldes porque están ya oxidados. Es preciso hacer de la necesidad virtud y actuar con audacia. La historia nos ofrece la oportunidad de escribirla en primera persona, no ser meros espectadores de los cambios, sino protagonizarlos en un auténtico sentido de progreso. Algo así significa también el 23 de Abril y su evocación histórica, por más que lo puramente festivo haya confundido en muchos casos el porqué de esta fecha.

La reconstrucción va a necesitar acuerdo. En tal sentido, el modelo del Diálogo Social de Castilla y León ha demostrado su eficacia en todas aquellas materias en las que hubo los consensos adecuados. Incluso durante las crisis derivadas del cataclismo financiero e inmobiliario producido a partir de 2008 aportó soluciones adecuadas ante un ciclo económico tan hostil. Del mismo modo, al iniciarse la situación provocada por el COVID-19 y solo 10 días después de decretarse el estado de alarma, el Dialogo Social dio su respuesta con un acuerdo de carácter laboral, social y económico, de radical importancia en estos momentos.

Ése será el camino por recorrer en la coyuntura que se genere una vez superado el problema sanitario: un acuerdo de Comunidad Autónoma, con la participación de los agentes económicos y sociales más representativos y los partidos que conforman nuestro arco parlamentario, donde afianzar y acordar una política económica, laboral y social que permita una salida rápida y sólida de este trance tan negativo y que sitúe a Castilla y León en los primeros puestos en desarrollo económico, con la debida cohesión social y territorial.

A nuestro parecer, la base de dicho acuerdo ha de ser una nueva fiscalidad que asegure los ingresos necesarios y suficientes para la reconstrucción de nuestra economía y de nuestro mapa laboral. Una fiscalidad más justa y progresiva, con aportaciones tal vez excepcionales en estos precisos momentos, que certifique un gasto social más necesario ahora que nuca; que asegure una ecuánime distribución de la riqueza, una iniciativa potente frente a las desigualdades y un resguardo para nuestro estado social; y que disponga recursos tanto para la lucha contra la despoblación y los desequilibrios territoriales como para la protección económica y social de los colectivos más vulnerables, a través de un sistema digno de dependencia y de atención a nuestras personas mayores.

En paralelo, habrá que definir novedosos objetivos estratégicos. El marasmo que estamos padeciendo a causa de la pandemia nos viene advirtiendo sobre cuáles son nuestros déficits y nuestras potencialidades. Esto supone también una oportunidad que debe ser aprovechada para asegurar una transición hacia modelos productivos diferentes, innovadores y pujantes de cara al porvenir. Por un lado, desterrando progresivamente todo aquello que puede darse por periclitado y, por otro, haciendo una apuesta decidida por sectores valiosos que sitúen a nuestra Comunidad Autónoma en la vanguardia de esta nueva edad histórica. Ello habrá de suponer una apuesta clara por la educación pública y gratuita, por un sistema universitario público, moderno y adecuadamente financiado, por la cultura, por la I+D+i y la digitalización, por la economía verde y circular, por la industria 4.0, por los sectores esenciales de nuestra Comunidad, incluido el agrario y ganadero, por los recursos endógenos y por las potencialidades del mundo rural, entre otras.

Desde nuestra condición de organizaciones sindicales de clase y con la convicción firme de que nadie debe quedarse atrás en este proceso, en ningún lugar y en ningún sector, CCOO y UGT de Castilla y León manifestamos con esta declaración nuestra disposición para todo ello y exhortamos, en este 23 de Abril tan insólito como desafiante, a que el Gobierno de la Comunidad, partidos y organizaciones sociales se sumen a nuestra propuesta.


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