Los fieles han cambiado el gesto de persignarse al entrar al templo, por un amplio dispositivo de seguridad para poder acceder a las misas. En el caso del templo de San Lázaro, nada más entrar, los zamoranos deberán desinfectar sus zapatos, a través de un felpudo instalado, así como surtirse de mascarillas, en el caso de tener y gel hidroalcohólico antes de poder acceder a la iglesia, con la colaboración de los voluntarios de la parroquia.

Una vez dentro, los bancos están marcados con cruces para señalar los espacios a ocupar guardando las distancias de seguridad, tanto en los mismos bancos, como entre las filas. Los carteles de "no tocar" se han instalado alrededor de todo el templo, como una muestra más de las medidas sanitarias a cumplir.

El reloj marcaba las diez y Florencio Gago, quien no ha abandonado a sus fieles durante toda la cuarentena, hacía acto de presencia ataviado con el hábito protocolario, así como una pantalla protectora que ya se ha convertido también en parte imprescindible.

“Después de tanto tiempo, volvemos a vernos las caras, aunque poco. Nos da mucha alegría poder volver a celebrar en la iglesia”, han sido las palabras de inicio a esta nueva normalidad religiosa ante la más de una decena de fieles presentes en esta primera misa tras más de dos meses en la distancia.  



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