La hostelería zamorana se reinventa ante un duro invierno marcado por las restricciones

La actual situación sanitaria obliga a la hostelería zamorana a adoptar fórmulas para mantener el consumo durante los meses de invierno. 

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Las terrazas son la insignia de la hostelería española por excelencia. Un espacio que ha permitido al sector de la hostelería mantener su clientela a pesar de las restricciones ya que ofrecen una mayor área para cumplir las normas sanitarias, sobre todo para aquellos establecimientos con más limitaciones debido a su espacio reducido.

Una seña de identidad del ocio que no es tan factible para la provincia de Zamora como lo es en otras zonas de España. El motivo es claro: el frío. El dicho popular ya reza que "en Zamora son nueve meses de invierno y tres de infierno", y nada más lejos de la realidad la ciudad vive ahora un cambio de paisaje en el que los hosteleros se reinventan para mantener a flote sus negocios.

Las estufas, las mantas y los cerramientos de terraza son los nuevos mejores amigos de los amantes de los bares en época de pandemia. Una transformación que recuerda a aquel año 2010 en la que el éxodo de fumares del interior de los bares, obligó también a un cambio en la concepción de los bares, que sin embargo se fue perdiendo con los años.

Las principales zonas de bares de la capital ya muestran la nueva cara de la hostelería en tiempos de coronavirus en una nueva faceta marcada por el frío invierno. Las restricciones dañan especialmente a un alto porcentaje de bares zamoranos ya que sus espacios son limitados.

Una realidad que se refleja con mayor incidencia en la calle de los Herreros por su característica concepción de bodegas. Sin embargo, no solo el ingenio o la adaptación al frío han sido claves en esta reinvención. La colaboración entre establecimientos de rige también como un salvavidas.


Este es el caso del establecimiento El Bayadoliz y La Calleja que han unido la gastronomía del primero y el espacio de terraza del segundo para poder albergar un mayor número de clientes. Una muestra más que se une al resto de medidas tomadas como la instalación de estufas para que la hostelería zamorana, ya herida de muerte, pueda sobrevivir al invierno más frío que recuerdan.


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