La difícil labor de dar consuelo a las familias ante la falta de sacerdote en el cementerio de Zamora

Diego Penna y Manuel Lobo son los dos laicos responsables de acompañar a las familias en el cementerio de Zamora.

La difícil labor de dar consuelo a las familias ante la falta de sacerdote en el cementerio de Zamora
La difícil labor de dar consuelo a las familias ante la falta de sacerdote en el cementerio de Zamora

 El pasado mes de septiembre el capellán del cementerio de San Atilano de Zamora, Emilio Santiago, se despedía tras más de cuarenta años acompañando a las familias zamoranas en el duro trance de despedir a un ser querido.

Tras demorarse el proceso de la llegada de un nuevo sacerdote, y declinar el Ayuntamiento mantener este acuerdo del capellán como trabajador municipal, el Arciprestazgo de Zamora ha buscado la solución.

Diego Penna y Manuel Lobo son ahora los trabajadores laicos a media jornada que cumplen las labores de acompañamiento a las familias que han perdido a un ser querido. Ambos comenzaron el pasado sábado y aseguran que es "difícil", pero reconforta acompañar a las familias en un momento tan duro.

De los dos, Manuel Lobo ya tiene experiencia como acompañante laico en Palma de Mallorca, y asegura que la primera vez "lloras más que los familiares, nadie es de piedra, pero hay que hacer de tripas corazón".

Sin embargo, el coronavirus le lleva ahora a una situación muy distinta: "Hemos perdido los abrazos, el contacto tan nuestro de los españoles. Pese a ello, gracias a nuestra labor no existe tanta frialdad como la despedida de un familiar sin ningún acompañamiento".IMG 9862

No obstante, su trabajo se centra en el acompañamiento a las familias, la posibilidad de dirigir unas palabras "pero en ningún caso es sustituir el acto religioso. Por ejemplo, la bendición previa a la inhumación, no podemos hacerla, pero sí dirigir una oración a modo de despedida", comenta Lobo.

Su compañero, Diego Penna, quien también porta una cruz de madera el pecho a modo de 'uniforme' señala que: "se trata de una labor social, y reconforta ver como las familias se sienten acompañadas y nosotros lo hacemos desde el corazón".

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Ambos se encuentran a media jornada en el camposanto zamorano, para que exista un acto de despedida, ante la falta de un capellán que presida los actos religiosos a la hora de despedir un ser querido.

Una solución para, dentro de las ya frías restricciones por el coronavirus, las familias puedan vivir un momento íntimo en el que la dura tarea de decir adiós, se quede en un recuerdo que, aunque doloroso, reconforte.



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