También se notó la cercanía de la Navidad. Los gorros, más o menos elegantes, y más o menos similares al que porta Papá Noel inundaron las gradas. Muchos, incluso, tuvieron tiempo de hacer la lista de regalos de este año durante la primera parte, que sumió en un profundo sopor a una parte importante de la grada, que se entretuvo con la paloma que se coló en el césped y que, tras intentar trazar alguna pared con Carlos de la Nava e intentar doblar a Dani Mateos por la banda derecha, decidió darse por vencida y retirarse a descansar a la banda.
Otra novedad con respecto a otros partidos fue la presencia de un mayor porcentaje de público femenino. El Zamora abrió las puertas, de forma gratuita, a las mujeres y eso se notó en la afluencia al estadio, aunque hay que reconocer que de forma moderada. Para quienes vivieran su primera vez en el Ruta de la Plata, la experiencia debió ser poco gratificante hasta el minuto 73, cuando Gavilán, el perejil de todas las salsas que elabora este conjunto de Roberto Aguirre, cabeceó a gol para despertar a más de uno, que ya se había quedado como DiCaprio en el Titanic.
Al final, como en las buenas películas, los últimos minutos resultaron ser los más interesantes. El Burgos apretó, el Zamora aguantó y la afición terminó contenta con el resultado. Así se lo hizo saber a sus futbolistas, al despedirles con una ovación cerrada. No habrá más fútbol en el Ruta de la Plata en el 2015. Se va un año, en lo deportivo, muy bueno para los seguidores rojiblancos.
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