Cada nombre, una sonrisa; cada reencuentro, un abrazo y muchas emociones a flor de piel. Unos minutos antes de las dos de la tarde, los niños y niñas saharauis del programa 'Vacaciones en Paz' han llegado a Zamora para disfrutar de otro verano con sus familias de acogida. La mayor parte de ellos repite experiencia; otros irán descubriendo poco a poco cómo sacarle provecho a una estancia que les sirve, desde el punto de vista práctico, para tener una mejor atención sanitaria y, en lo meramente lúdico, para pasar dos meses de diversión en la realidad del primer mundo, lejos de las penurias que padecen como refugiados.

La llegada se ha producido tras un largo día de viaje. Los 45 niños y niñas que han recalado en Zamora - aún están por venir otros siete - han parado con su autobús en la Plaza Mayor. Su destino, el Salón de Plenos del Ayuntamiento, donde esperaban las familias. La expectación se ha transformado muy pronto en lágrimas entre los zamoranos que ya sienten a cada pequeño como a un hijo y que apenas han podido esperar para fundirse con ellos en un abrazo e irse para casa a aprovechar los dos meses que van a pasar juntos a partir de ahora.

Para organizar bien los encuentros, la presidenta de la Asociación Zamorana con el Sáhara, Inés Prieto, ha ido citando a cada niño asociado a una familia. "Este año hay de todas las comarcas", ha señalado la responsable de 'Vacaciones en Paz', que ha puesto a la provincia como ejemplo de concienciación y solidaridad con la situación de los refugiados de esta zona, pero que ha lamentado que, en otras zonas de España, siguen haciendo falta voluntarios para impulsar el programa.

De este modo, algunos con más timidez, sobre todo los nuevos, y otros descontrolados en su felicidad han ido cogiendo de la mano a los que serán sus padres y hermanos durante los próximos sesenta días. Con ellos, estos niños y niñas de entre 9 y 12 años tendrán la oportunidad de hacer cosas tan habituales en esta parte del mundo como ir a la piscina, tener una pelota para jugar al fútbol o al baloncesto o poder comer y descansar de un modo confortable. 

Su realidad es diferente en el día día. Por eso, Inés Prieto y el resto de la asociación continúan reclamando apoyo para solucionar un conflicto que tiene nombres, apellidos y rostros. Algunos tan inocentes como los de unos pequeños que se harán un poco más zamoranos hasta el próximo 3 de septiembre.

 

 

 

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