¿En qué momento empezáis a preocuparos por la desaparición de los tres montañeros?
El sábado ellos tienen contacto con la familia. El domingo ya no tuvimos relación con ellos, y es el lunes cuando empiezas a tener cierto temor y desconfianza. Allí no hay cobertura y te agarras a eso. En las últimas horas cuando encontraron el coche la incertidumbre fue todavía mayor.
¿Cuándo os informan que los han encontrado?
A primera hora de la tarde nos comentaron que los habían localizado. La euforia nos invadió porque por lo que nos comentaron pensamos que estaban refugiados por la climatología adversa. Pero en seguida volvieron a llamarnos para decirnos que habían sufrido un accidente y comunicarnos el fatal desenlace.
¿Estaban acostumbrados a salir juntos?
Claro. Fernando era una persona que siempre estaba abierto a acompañar a todos, y a enseñar lo mucho que sabía a la gente joven. Era un gran montañero y con él han ido cientos de personas. Los chicos eran jóvenes pero tenían ya experiencia. Venían con regularidad a entrenar y controlaban mucho. Estamos destrozados porque aquí todos somos una familia que comparte una afición.
¿Conocían la zona?
Cualquier montañero puede responder a esa pregunta. Los Picos de Europa son la escuela de los montañeros. Por allí pasamos todos. Es una zona muy frecuentada y probablemente Fernando habría ido allí más de doscientas veces en sus treinta años como montañeros.
¿Uno es consciente de los riesgos que corre cuando va a la montaña?
Sí. De eso eres consciente. Es un deporte que tiene su riesgo, aunque cada uno arriesga lo que quiere. Estas personas no eran de las que se iban a jugar el tipo, eran personas cabales, serias y con gran conocimiento de la montaña. Pero como en cualquier aspecto de la vida, un accidente puede sobrevenir en cualquier momento.
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