La futura regulación sobre hipotecas permitirá que quienes tengan una hipoteca en una moneda distinta al euro puedan convertir su préstamo a euros en cualquier momento: por ejemplo, si observan que su deuda empieza a dispararse como consecuencia de las fluctuaciones de la divisa.

Además, el banco (o quien haya concedido la hipoteca) tendrá que informar periódicamente al usuario sobre el importe que le queda por pagar y los posibles cambios que se hayan podido producir en esa cifra por los vaivenes de la moneda en la que esté denominada la hipoteca. 

La nueva regulación determina que las personas que se encarguen de evaluar la solvencia del cliente no podrán recibir incentivos por asumir riesgos mayores a los que el futuro hipotecado podría soportar. Además, será necesario que se tomen medidas para evitar conflictos de interés de manera que, por ejemplo, un empleado de banca nunca pueda tener un salario que dependa de la cantidad de solicitudes de hipotecas que acepte.

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