La parte de la acogida es una de las claves en cada Jornada Mundial de la Juventud. Miles de cristianos de la zona de influencia de la ciudad que alberga el evento abren las puertas de sus casas para cobijar a los fieles, que llegan procedentes de todo el mundo, durante su estancia en la zona.

En ese sentido, los zamoranos que se han desplazado a Cracovia se muestran muy satisfechos con el calor de un país "muy católico" y muy marcado por "la influencia de San Juan Pablo II", como explica Rubén Francisco Moro: "Nosotros hemos ido seis a casa de una mujer mayor. Ella no habla inglés y el polaco es uno de los idiomas más difíciles que hay, pero nos ha acogido de muy buena fe", recalca el zamorano.

Una experiencia similar ha tenido Loreto Megido, que se alojó primero en casa de un matrimonio joven, en un pequeño pueblo de Eslovaquia ubicado cerca de la frontera con Polonia: "Estuvimos cuatro personas y ellos te lo dejan todo. Ahora entiendo el agradecimiento que percibí por parte de la gente que acogió mi familia en la JMJ de Madrid", narra la zamorana.

Los dos jóvenes católicos, como la inmensa mayoría de los miembros de la expedición zamorana, aprovecharon las horas previas a la JMJ para visitar Auschwitz, el lugar donde se asentó uno de los principales puntos de exterminio de la Alemania Nazi: "Impresiona muchísimo y conviene ir para no olvidar nuestra Historia", subraya Loreto.

También en Auschwitz estuvo Emilio Alonso junto a varios miembros del Camino Neocatecumenal de Zamora: “Fue una jornada muy intensa. Por la mañana en Cracovia rezamos y cantamos con los miles de peregrinos que había en la ciudad y por la tarde fuimos a Auschwitz, donde se nos encogió el corazón a todos”. Al margen del aspecto turístico y de fe, Emilio Alonso también destaca la hospitalidad de las gentes: “Hemos encontrado las puertas abiertas y unas amables familias cristianas nos ofrecen en cada parada su casa, su mesa, su comida y sus habitaciones”, finaliza.

 

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