Una infección intestinal afectó a Martín Ramos y en mayor medida a su experimentado compañero de expedición, Jorge Egocheaga. Médico de profesión y con catorce ochomiles a sus espaldas, Ecgocheaga dijo “basta” a mitad del ascenso del K2. El montañero zamorano se planteó continuar en solitario o unirse a otras expediciones pero, en palabras de Martín Ramos, habían salido en equipo y una parte no estaba al cien por cien por lo que finalmente pronunció el “recogemos y nos vamos”.
Una decisión “triste y difícil” pero, al parecer, acertada y motivada también por otros factores como la previsión de nevadas durante los siguientes días. De hecho, según explicó Martín Ramos, ningún montañero ha tocado cumbre durante esta temporada debido a las condiciones meteorológicas. “Venía mal tiempo y aunque al quinto día saliera el sol, la montaña iba a estar muy cargada de nieve fresca que tenía que ser limpiada quizá por avalanchas; había que esperar y nos plantábamos en el veintitantos de julio y no estábamos aclimatados”, explicaba.
Además, no solo debían encontrarse bien físicamente. Como en todos los deportes y retos físicos, el zamorano destacaba la importancia de “la cabeza” en momentos en los que te encuentras “débil, moralmente sin fuerzas y sin capacidad para afrontar lo que te queda por delante”. Por ello, agradecía el apoyo incondicional de sus colaboradores y patrocinadores como la Concejalía de Deportes del Ayuntamiento de Zamora, Caja Rural, Panadería El Viso, Desgüaces AutoRecicla y Óptica Mira.
Según confesó el zamorano, siempre le quedará la duda del “qué hubiera pasado si lo hubiera intentado”. Sin embargo, asegura que “barajó todas sus cartas” y que aún se ha guardado alguna bajo la manga. No tiene un objetivo próximo definido y no sabe si a la tercera o a la cuarta irá la vencida pero reitera que nadie tiene más ganas de subir montañas que él, sean altas o bajas.
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