La Catedral de Zamora vivía este Viernes de Dolores una estampa insólita. La Puerta Santa se abría para permitir la entrada de todos los hermanos de la Penitencial del Santísimo Cristo del Espíritu Santo y también a la imagen de Cristo que acompaña este desfile procesional. Con motivo del Año Jubilar Extraordinario, en su carta por el Año de la Misericordia, el Papa Francisco explicó las formas en las que los fieles pueden obtener la indulgencia durante este jubileo; ya sea en Roma, o en cualquier lugar del mundo.

Ante esta posibilidad, la Hermandad Penitencial del Santísimo Cristo del Espíritu Santo incluyó en el itinerario de este año el paso por el interior de la Catedral para atravesar las gigantescas hojas de la Puerta Santa y de esa forma permitir que todos los componentes de la cofradía se ganasen la indulgencia plenaria. Un objetivo conseguido gracias a que la meteorología fue benévola y el desfile procesional pudo salir, puntual a su cita, de la iglesia del Espíritu Santo. 

La estameña blanca, la tenue luz de los faroles, el olor a incienso, el sonido de las carracas y los cánticos graves del coro, inundaban el lento caminar de los hermanos que se aproximaban a la Catedral. Los zamoranos no quisieron perderse la cita y la amenaza de lluvia no pudo con ellos. La Cuesta del Mercadillo, como casi siempre, dejó algunas de las mejores estampas de la procesión. Ya en la Catedral, y después de recorrer la nave central, los hermanos fueron ubicándose en el atrio de la Catedral. Allí, entonarán el “Christus factus est”, de Miguel Manzano, tras la lectura de la Pasión. 

Nada más entonar los últimos sones de esta emblemática composición, la lluvia hizo acto de presencia y obligó a la imagen de Cristo a pernoctar en la Catedral. Mientras, la mayoría de los hermanos, en un acto de penitencia, decidieron continuar el desfile procesional hasta alcanzar el templo de llegada. 

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