Representantes de instituciones, hosteleros y otros colectivos afectados por el popular botellón se citaban en las últimas horas para intentar encontrar una solución a la polémica fiesta. Tras las declaraciones de Antidio Fagúndez, la presidenta de la asociación vecinal del Casco Antiguo tomaba la palabra a duras penas aseverando que no era su mejor momento para intervenir. “No me siento en condiciones para poder hablar. Me siento desamparada, huérfana, desprotegida… todo, mal y peor”, manifestaba.
En representación de los vecinos, Núñez mostraba su total desacuerdo y oposición a la continuidad de este multitudinario evento. “La seguridad de los vecinos del Casco Antiguo y de las personas que llegan a ver las procesiones brilla por su ausencia”, criticaba. En este sentido, la presidenta aseguraba que el pasado año la circulación por la carretera nacional se había visto paralizada por la presencia de una “marabunta de personas semidesnudas” que impedían el tráfico de vehículos.
Por ello, la representante vecinal instaba a concienciar "desde ya" a la juventud para que sucesos de este tipo no se repitiesen y pedía al Ayuntamiento, a la Subdelegación de Gobierno, a la Junta y “al Papa si nos escucha y entiende el castellano”, que “por favor" le echaran una mano en esta controvertida concentración, en la que también participan menores y en la que aparte de alcohol, también se consumen drogas, según la presidenta.
Al final de su intervención, Núñez se mostraba un poco más esperanzada admitiendo que la prohibición del botellón es compleja debido a la magnitud del evento, pero asegurando que es un asunto que se puede solucionar: “es una concentración exageradamente grande, en la que calculamos que se den cita más de 8.000 personas […] Es un problema difícil de atajar pero no imposible”, sentenciaba.
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