Juan Luis Martín Barrios: “El Papa Francisco es una bocanada de aire fresco para la Iglesia”

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 Juan Luis Martín Barrios: “El Papa Francisco es una bocanada de aire fresco para la Iglesia”
Juan Luis Martín Barrios: “El Papa Francisco es una bocanada de aire fresco para la Iglesia”

Como director del Secretariado de la Subcomisión Episcopal Española de Catequesis, Juan Luis Martín Barrios coordina en la actualidad el proceso de elaboración del nuevo Catecismo, cuyo visto bueno definitivo por parte del Pontificio Consejo puede ser cuestión de días. Su trabajo es intenso, tanto en el frente de la Subcomisión como en el de su parroquia, donde capta la atención de sus feligreses con una forma directa y sencilla de explicar conceptos complejos. En este sentido, al hilo del último Congreso de Catequistas, celebrado en Roma el pasado verano, Martín Barrios hace un comprensible análisis de las principales características de los últimos pontífices, con especial hincapié en la carismática figura del Papa Francisco, que está revolucionando la visión de la Iglesia católica desde dentro y desde fuera.

¿Cuáles fueron los momentos más significativos de aquella peregrinación?

El primero, el propio Congreso de Catequistas, con 1.600 de todo el mundo, de los que 39 eran de España y cuatro de Zamora. Ahí tuvo el Papa una rica intervención con el tema ‘El catequista, testigo de la fe’. Como buen jesuita, nos dijo en tres puntos toda la reflexión: El catequista ha de tener familiaridad con Jesucristo, tan unido a Él como la vid al sarmiento; el catequista ha de caminar desde Cristo, lo que significa iomitarleo en el salir de sí mismo para ir al encuentro del otro, es decir salir de las periferias desde la dimensión existencial de la persona; el catequista no tiene miedo de ir con Jesucristo y salir fuera porque Jesús siempre nos ‘primerea’, como dicen en Argentina. Paralelamente al Congreso, estaba la peregrinación y una eucaristía en la que nos dijo que el catequista custodia y alimenta la memoria de Dios. Me recordó en el Evangelio a María, la Virgen, que supo acoger el proyecto y la voluntad de Dios y dijo sí. El catequista es el que custodia la memoria de Dios y el que, al alimentarla, sabe despertarla en los demás.

El Papa Francisco tuvo contacto directo con usted.

Al final de la eucaristía, el presidente del Pontificio Consejo, monseñor Fisichella, me dijo que estaba entre los cuatro directores nacionales de catequesis para poder saludar personalmente al Papa. Al acercarme, entrecruzamos nuestras miradas, fui perfectamente consciente de que estaba ante el sucesor de Pedro y le agradecí todo el servicio que está haciendo a la Iglesia y que mucha gente sencilla estamos contentos. Le pedí una bendición para todo lo que hago, las personas a las que me encuentro y para mi madre y me dijo que la tenía asegurada, especialmente para mi madre.

Al Papa Francisco ya se le acusa de populismo, ¿cree que porque ha logrado atravesar la barrera del lenguaje que quizá tenían sus predecesores?

Creo que el Papa Francisco es un don de Dios, es una bocanada de aire fresco para la Iglesia en este momento. Nosotros somos de Europa, somos racionalistas, nuestra cultura es grecolatina. Él viene de América latina y tiene una buena formación como jesuita pero luego ha sido un pastor con olor a rebaño. Ha sido un sacerdote, un obispo y un cardenal que se ha bajado realmente a las periferias, es un hombre que ha pisado el lodo de la realidad pastoral. Él subraya mucho que es el obispo de Roma y no hace otra cosa que lo que hacía en Buenos Aires: Pisar el lodo de la Iglesia. Y, por eso, hay muchas cosas que, desde esa realidad, le resultan totalmente ajenas y quiere cambiarlas, porque así se lo pidieron los cardenales en el cónclave sin saber que iba a ser elegido Papa. Yo tengo la intervención del cardenal Bergoglio que luego el cardenal de La Habana la escribió y no está haciendo nada nuevo. He leído los mensajes a los catequistas, que acaban de aparecer publicados ahora en un libro que se titula ‘Salgan a buscar corazones’, y cuando le escucho no veo que diga nada nuevo aunque nos sepa a novedad. A nosotros nos sabe a novedad.

Es un pontífice que está removiendo un montón de asuntos de los que hasta ahora se venía hablando de refilón.

Es que el Papa Francisco viene de una realidad pastoral directa y, por eso, no puede hablar de refilón de los grandes problemas con los que uno se topa. Cuando uno habla del lobby gay, es una cosa distinta a cuando uno se encuentra en su parroquia con un chico o una chica con una inclinación sexual diferente. Creo que lo que el Papa Francisco está haciendo, y que muchos vemos en nuestra realidad pastoral, es distinguir entre criticar el pecado y salvar al pecador. El Papa Francisco acoge al hombre, que es el camino por el que Dios decidió meterse en nuestro mundo, en Jesús, y no tenemos otro camino más que el del hombre, Jesús, para llegar a Dios. Desde esta realidad, creo que ese aire fresco que estaba necesitando el hombre, también el no creyente, lo encuentra ahora referenciado en el Papa Francisco.

A usted no le reñiría el Papa por tener un móvil de última generación…

Desde luego que no. (Sonríe). Entre otras cosas, porque me resulta difícil manejarlo. Tengo un coche sencillo y normal. Cuando tuve que comprarlo, consulté a la parroquia y pregunté qué coche sencillo y digno podría tener para desarrollar mi trabajo. Después, el populismo lo podemos dar nosotros, como que venga un cura de Verona (Italia) y regale al Papa un cuatro latas. Allí lo tiene pero él había viajado con un cuatro latas en su diócesis. Todo esto me hace caer en la cuenta de que Dios nos mima demasiado y tiene unos caprichos con la historia, con el mundo y con la Iglesia sorprendentes.

¿En qué sentido?

En el de que, en cada momento, nos ha regalado el papa adecuado. Añorar, hace 50 años, a Juan XXIII, un papa de transición, y es el que abre las ventanas del Vaticano II. Luego viene un Pablo XI al que le toca profundizar, ahondar, agarrarse fuertemente a la Cruz y conducir la Iglesia después del Vaticano II. Paréntesis de Juan Pablo I y llega Juan Pablo II, que es el papa de la esperanza, que rotura caminos, abre sendas, surca mares, hace kilómetros y kilómetros, visita los cinco continentes, siempre con la esperanza y con la misión. ¿Quién le iba a sustituir? Llega el Papa Benedicto XVI, que es el hombre de la hondura, de la reflexión, de mirar hacia dentro y de decir ‘no nos perdamos’. El hombre de la fe. De hecho, convoca el Año de la Fe, nos da el Sínodo para la Transmisión de la Fe y colabora en la encíclica. Al final, en un acto sólo desde la fe, pone la renuncia.

Un caso único e insólito.

Sí, salvo aquel papa monje que la presentó porque, a los pocos días de estar en el Ministerio cetrino, vio que no era lo suyo pero, efectivamente, es un caso solo motivado desde la fe. Y tiene toda la razón. Siempre he pensado en la hondura de corazón y de fe tiene Benedicto XVI. Después de él, a ver, y los cardenales eligen en el cónclave a Francisco, que nos sorprende desde el primer momento. El nombre, los gestos sencillos de no tener que cambiar de zapatos, de no salir con tantos ropajes, mirar a la gente y saludarnos con el ‘buenas tardes’, ‘que tengan buen descanso’, ‘buena comida’… Luego, lo que dice, lo dice desde el corazón. Es el Papa de la caridad, de la ternura y de la entrega.

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