Los comentarios en la zona de prensa en Puente Genil fueron constantes durante todo el partido entre el Ángel Ximénez y el Balonmano Zamora: "¿De dónde ha salido este tío? No hay quien lo pare hoy, no suelen venir jugadores así a competir aquí", comentaban atónitos los compañeros de la prensa local, con la mirada ojiplática al no dar crédito ante un recital tan completo.

Octavio comenzó el partido anotando un penalti en la primera jugada del encuentro, superando así uno de los escollos que los pistacho se están encontrando en el comienzo liguero, los fallos desde los siete metros. Después, acompañando con suavidad el ritmo del partido adecuado para sus compañeros, el primera línea leonés desplegó su talento con discreción al principio, intercalando sus goles con la fluida circulación de balón de su equipo.

En el descanso Octavio ya había dado buena cuenta a Puente Genil de su capacidad ofensiva y Barbeito no dudó en colocar sobre él una defensa mixta, que traducida a los ojos del espectador supone ver cómo uno de los seis defensores se olvida del balón, de la zona del campo y del tiempo de juego y se preocupa sólo de evitar que el número 9 del equipo visitante reciba el balón.

Pero en días así el estado de flujo que alcanza el talento convierte en inocua toda táctica posible. Octavio encontró el espacio necesario para lanzar desde fuera, penetrar hasta los albores del área o, en un alarde de genialidad, completar un giro de 360 grados sobre el mismo lugar para marcar uno de los goles más bellos que el balonmano concibe.

El polideportivo de Puente Genil bramaba sin descanso para animar a los suyos y desconcertar al rival; pero eso también logró cambiarlo Octavio durante breves pero concluyentes segundos, un amago de silencio en la grada ante la imposibilidad de contribuir a entorpecer la dilatación de la portería que Octavio Magadán percibía esa tarde.

"¿De dónde lo han fichado este año?, porque en Asobal no me suena que jugase", comentaban contrariados unos periodistas locales que quizá, al igual que el técnico del Ángel Ximénez, habían puesto un uno en la quiniela de la jornada. Al escuchar que ese 9 tan letal lleva en el mismo equipo, casi con los mismos compañeros, desde la segunda nacional, la liga autonómica, esbozaban esa sonrisa de incredulidad que coincide en la mueca con otra sonrisa, aquella que decía el maestro Andrés Montes que es igual para todos los jugones.

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