El profesor de la Universidad de Salamanca del Departamento de Física Fundamental, Fernando Atrio Barandela, quitó hierro al asunto de las caídas de los asteroides, ya que es un proceso normal que acaba ocurriendo tarde o temprano, ya sea sobre la Tierra o cualquier otro planeta o astro. «Siempre acaban cayendo. Es un proceso aleatorio. Se desvían de la órbita en la que se encuentran», afirma. 

Lo que no está claro es dónde caen ya que el universo es infinito. La probabilidad de que lo haga en la Tierra es muy escasa si bien ya ha ocurrido en Rusia hace apenas tres años. La NASA cuenta con una lista de asteroides potencialmente peligrosos hasta el año 2100 que son los denominados NEO (Near Earth Object) como los que ya pasaron relativamente cerca, a 553.512 y a 66.272 kilómetros en 2008 y 2012, respectivamente.

«Están continuamente cayendo», asegura Atrio Barandela, aunque el destino sea más complicado de prever. En 1994, por ejemplo, el cometa Shoemaker-Levy 9 chocó contra Júpiter en un impacto mayor que el tamaño de la Tierra y primero de esas características. Estos meteoritos, en el contacto con superficie o la atmósfera, dependiendo de su tamaño, pueden crear unas ondas expansivas superiores a las bombas atómicas.

Aunque el que se presuponía este 5 de marzo finalmente no pasará tan cerca de la Tierra como se tenía pensado, cuando sí lo hará es el 13 de abril de 2029 según los estudios de observación que se vienen realizando desde hace tiempo. Este, además, es de un tamaño muy grande y se situará a 30.000 kilómetros de la Tierra por lo que se podrá ver incluso con prismáticos. A pesar de que hay que contar con posibles errores de cálculo, la observación se lleva realizando bastante tiempo y parece poco probable que haya una desviación. 

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