La cría de caracoles no es un negocio exento de riesgos y de problemas potenciales que podrían minar su rentabilidad. De hecho, muchas de las granjas que inician su actividad fracasan porque no son capaces de crear un ecosistema idóneo para la vida de estos animales o porque sufren algunos de los ataques más comunes que se pueden producir.

En ese sentido, destaca la importancia de evitar la presencia de topillos en la granja. Según Jorge Martín, la aparición de este “visitante” podría tirar por tierra meses de duro trabajo. De ahí que él mismo haya colocado una base de 40 centímetros de hormigón rodeando la nave para tratar de evitar el acceso del animal a la parte en la que viven los caracoles.

Por otro lado, el emprendedor zamorano también incide en la necesidad de controlar la población de caracoles en la granja. Si por alguna razón, el número es mayor de lo que debiera, las consecuencias desde el punto de vista de la transmisión de enfermedades podrían ser muy difíciles de controlar para el helicicultor.

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