Anoche los espectadores que asistieron al Teatro Principal tuvieron el privilegio de escuchar sones que llevaban décadas (e incluso más de un siglo) sin escucharse. La Banda de Música Maestro Nacor retrotajo al público a principios del siglo XX a través de las notas de ‘Jueves Santo’ de Álvaro Milpáger o ‘En la Cruz’ de Eduardo López Juarranz, pero sobre todo gracias al legado musical de Inocencio Haedo Ganza. 

El ‘Maestro Haedo’ cobró especial protagonismo en la actuación, y por ende en el disco ‘Albores’, al incluir hasta cinco obras suyas y tres arreglos de composiciones de Felipe Gorriti y Osambela, de Gaspar de Arabaolaza o de Sigismond Thalberg. Tal y como afirmó Beatriz Cepeda, presentadora del concierto, la Gran Marcha Fúnebre opus 59 del virtuoso compositor no necesita presentación en Zamora. Se estima que la obra se incluyó por primera vez “como una más” en el repertorio de algunas bandas zamoranas en 1903 y con los años fue adquiriendo popularidad. 

Según relató Cepeda, el punto de inflexión de esta obra llegó en 1935, “cuando se decidió que por primera vez una banda de música entrase en la iglesia de San Juan para poner música al momento de levantar el paso Camino del Calvario”. El acto tuvo gran aceptación entre los zamoranos y a partir de los años cuarenta, la Marcha Fúnebre de Thalberg ya era una de las más representativas de la Semana Santa zamorana. 

Sin embargo, el arreglo de la Marcha Fúnebre realizada por Haedo dejó de interpretarse tras su muerte y la versión que ha llegado hasta nuestros días es más sencilla que la compuesta por el Maestro: un arreglo “vivo, brillante y rico en recursos armónicos y contrapuntísticos injustamente olvidado durante más de medio siglo”. Por ello, la Banda de Música Maestro Nacor Blanco propone ahora la sustitución de esta versión respecto a la marcha que es interpretada en la actualidad.

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