A Jorge Martín, un padre de familia natural de Valdeperdices, aunque afincado en Andavías, la crisis del ladrillo le golpeó tras un puñado de años de experiencia laboral en el sector. La ausencia de trabajo en su ámbito laboral, unida a su inquietud, le llevaron entonces a plantearse otras alternativas de negocio, ya como emprendedor. Tras darle muchas vueltas y desechar otras opciones por su coste o por su escasa viabilidad, este zamorano encontró lo que buscaba: caracoles.

A través de internet, Jorge Martín empezó a informarse acerca de cuáles eran las posibilidades reales de llevar a cabo este proyecto: "Quería hacer algo nuevo y poco costoso. Me gusta estar investigando siempre cosas novedosas y me entró la curiosidad con el caracol. Fue entonces cuando empecé a formarme, hice cursos, vi granjas...", explica el emprendedor zamorano, que invirtió tiempo y dinero en sumergirse en un mundo desconocido para muchos y con escasa información a mano.

En este periodo, visitó una granja de gran tamaño en Ciudad Rodrigo y otro pequeño negocio en Perilla de Castro: "Desde entonces, han pasado dos años. Primero, fue complicado por el tema del papeleo y los permisos y, después, porque en Zamora no se está administrativamente preparado para los caracoles. Nadie sabe nada y no te dan muchas soluciones, pero ya cuento con todo", subraya Martín.

Los asuntos burocráticos terminaron de resolverse el mes pasado y, por fin, 'Jormacol', como se llama esta granja ubicada a escasos dos kilómetros de Andavías, pudo ver la luz. Allí, su propietario ha iniciado ya la cría de 650.000 ejemplares del llamado caracol alevín: "Llegará a haber un millón y medio", advierte Jorge Martín, que manipula cualquier objeto o zona de su instalación con suma delicadeza. No en vano, los 2.300 metros cuadrados de nave en la que viven los moluscos fue levantada por él mismo, con la ayuda de algunos familiares. Es la ventaja de tener formación previa en la construcción.

Ahora, con el trabajo inicial hecho, llega el momento de optimizar la granja para que, dentro de cuatro meses, en el momento en el que los caracoles estén a punto para la recogida, su calidad y su tamaño sean óptimos. Para ello, este emprendedor zamorano mantiene el riego a punto, controla su alimentación, el tamaño y el color. Todo por un proyecto que comenzó siendo algo difuso, pasó a convertirse en un sueño y ahora es ya una realidad y un nuevo modo de vida.

 

 

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