La CHD supervisa la creación de 30 comunidades de usuarios de aguas subterráneas

Están situadas en Ávila, Salamanca, Segovia y Valladolid, y prosiguen las consultas al respecto, al tratarse de una forma de organización práctica que supone ahorro de costes y flexibilidad de usos que facilita la rotación. Las comunidades son un instrumento adecuado de gestión colectiva de un bien como el agua, y resultan esenciales para el desarrollo sostenible del medio rural.

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La Confederación Hidrográfica del Duero, organismo adscrito al Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, está supervisando en la actualidad la constitución de 27 comunidades de aguas subterráneas en la demarcación, pertenecientes a las provincias de Ávila, Salamanca, Segovia y Valladolid, y prevé que la cifra aumente ante las numerosas consultas formuladas al respecto.

Así lo ha explicado hoy, durante su ponencia en la jornada Horticultura para Industria celebrada en la localidad segoviana de Sanchonuño, la jefa del Área de Régimen de Usuarios de la CHD, Concha Valcárcel Liberal, quien ha destacado las múltiples ventajas que conlleva esta fórmula de organización práctica y participativa.

Según los datos facilitados por la representante del organismo de cuenca, la treintena de comunidades en proceso de constitución se localizan en las masas de agua de Tierra del Vino (11), Medina del Campo (6), Tordesillas (2) y Los Arenales (11), suelen abarcar varios términos municipales y sus superficies de regadío oscilan entre las 500 y las 4.000 hectáreas.

Por otro lado, varios ayuntamientos de estas zonas que se ha dirigido a la CHD como primer contacto, ante la existencia de una cifra elevada de usuarios de aguas subterráneas interesados en esta forma de gestión colectiva, muy arraigada en la cultura española del agua, que tutela la Administración pero posee sus estatutos y órganos de gobierno como corporaciones de derecho público.

Mejoras en los aprovechamientos

Entre las ventajas, según ha señalado Valcárcel, figuran la mayor capacidad de decisión de sus integrantes por la presencia en los órganos de participación –juntas de explotación- de las Confederaciones, así como el ahorro de costes individuales derivado de las posibilidades de negociar la tarifa eléctrica o realizar mejoras en los aprovechamientos.

Además, el otro gran beneficio es la mayor flexibilidad en el uso del agua, ya que en las comunidades el volumen máximo asignado a los derechos individuales, bajo la gestión de los usuarios, “se reparte entre los partícipes en cada campaña en función de las demandas y disponibilidades, sin necesidad de modificar la concesión”. De esta manera, se logra un funcionamiento flexible adecuado para cultivos exigentes en agua y suelos, que requieren rotación anual de parcelas, como la remolacha o los cultivos hortícolas.

Para la tramitación del expediente administrativo de creación, la CHD dispone de personal especializado y, una vez constituida la comunidad, es posible suscribir acuerdos de apoyo técnico y económico, sin olvidar la opción de incorporarse a las federaciones o asociaciones del sector.

Riego de una superficie de 88.000 hectáreas

En definitiva, las comunidades –que en el ámbito de las aguas superficiales surgieron a partir de 1985- son un instrumento adecuado “para la gestión colectiva de un bien escaso como el agua, de cuyo uso racional dependen el interés general, la productividad de las explotaciones y el futuro sostenible del medio rural”, he recordado Valcárcel.

Por último, como es sabido, las cuatro grandes masas de agua subterránea de la zona central de la cuenca del Duero, que permiten irrigar unas 88.000 hectáreas, han registrado problemas por una explotación superior al ritmo de recarga de los acuíferos, por lo que la CHD mantiene determinadas limitaciones y un control constante de los niveles freáticos, para asegurar su conservación.

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