Los científicos lo confirman: la dieta mediterránea también es ‘realfood’

El consumo al alza de alimentos ultraprocesados, la reducción de la presencia de proteínas de origen animal y el impulso de estilos de vida como el veganismo o vegetarianismo protagonizan la actualidad nutricional.

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El consumo de alimentos ultraprocesados, ricos en sal, grasas saturadas y azúcar, se ha triplicado en los últimos años en España. En concreto, el 20,3% de los alimentos que se consumen en España pertenecen a esta categoría, dato que, según los científicos, nos aleja de la dieta mediterránea. Cuanto más alta es la ingesta de alimentos ultraprocesados, menor es la adopción de la dieta mediterránea. En el marco del Día Mundial de la Alimentación, los científicos de la Fundación Gadea por la Ciencia lanzan el mismo mensaje: “cada vez hay más evidencias de que el consumo de alimentos ultraprocesados está asociado con un mayor riesgo de padecer enfermedades crónicas que afectan al envejecimiento saludable y a la calidad de vida”.

Así lo explica José Ordovás, director del laboratorio de Nutrición y Genómica del Centro Jean Mayer de la Universidad de Tufts (Boston), investigador en IMDEA Alimentación y consejero de la Fundación Gadea por la Ciencia, “la dieta mediterránea es realfood, ya que este movimiento aboga por evitar el consumo de alimentos ultraprocesados, que es en lo que las recomendaciones nutricionales han insistido desde hace tiempo”. Además, añade, “la diferencia es que han utilizado hábilmente otros canales no tradicionales basados en social media, que les permite llegar a diferentes segmentos de la población. Lo que me preocupa es que con el tiempo el movimiento se radicalice y se convierta en una secta nutricional, pero hoy en día, lo que predica es comer productos lo más naturales posibles”.

Qué, cómo y cuánto comer

Los únicos alimentos sin los que no podríamos vivir, según afirma Fernando Rodríguez Artalejo, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Autónoma de Madrid y consejero de la Fundación Gadea, “son la leche, en el caso de los recién nacidos, y el agua, aunque en sentido estricto no es un alimento; no obstante, las frutas y verduras frescas aportan mucha agua además de muchos nutrientes importantes”. En cuanto a otro de los grandes mitos de la alimentación, haciendo alusión a la famosa frase de “beber un vaso de vino al día es bueno para la salud”, el experto afirma que, “cuanto menos mejor. No hay un nivel seguro de consumo de alcohol, excepto no consumir”.

Respecto a la tendencia al alza de reducir la presencia de proteínas de origen animal, recientemente los estudios han protagonizado un duro revés. Aunque cada vez consumimos menos carne roja o procesada, lo cierto es que “según el último estudio, se ha demostrado que no hay mucho riesgo en consumirlas, sino que es otro ejemplo más de cómo los vaivenes de la investigación nutricional lastran su credibilidad pública”. Así, explica Ordovás, “lo que si debemos admitir es el impacto ecológico de su consumo, que sin duda es mucho mayor que el de otras alternativas que, posiblemente, sean sanas y aporten un valor nutricional similar. En cualquier caso, debemos comer de todo, pero en plato de postre”.

Respecto a la hora a la que comemos, la evidencia todavía no es concluyente. “Lo fundamental es comer lo suficiente para no engordar, con preferencia por frutas y verduras, cereales integrales y proteínas sanas, principalmente pescado, legumbres y carnes magras. Si se hace esto, los horarios de comida no serán muy relevantes”, asegura Rodríguez Artalejo. Además, añade, “la calidad de la dieta de los que nos rodean también influye. Si es baja, es difícil comer bien en compañía, y al contrario también”.

En definitiva, “la dieta mediterránea ha evolucionado favorablemente mejorando, sobre todo, en términos de seguridad y variedad, pero su procesamiento en algunos casos no ayuda. Lo peligroso es que, aunque la población conoce los buenos hábitos alimenticios, está expuesta a continuas distracciones que pueden conducir a una confusión. Necesitamos un mensaje unificado, así como dar voz a expertos con legitimidad en la materia”, concluye Ordovás.

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